¿Libre mercado?

Vamos a nuevas elecciones y la insinuación del Rey para que se moderara el gasto electoral ha comportado que los partidos del régimen hagan ver que el tema les preocupa. De hecho, lo más barato electoralmente es tener una monarquía. No hay que elegirla. Sus gastos son estructurales.

En todo caso, después de que el Estado dedicara más de 130 millones de euros en la campaña electoral del 20D, ahora, ante el bloqueo del panorama español, los grandes partidos del régimen se quieren lavar la cara haciendo ver que les preocupa el gasto electoral.

Ahora tendrán que repetir las elecciones, debido a que han arrinconado las opciones soberanistas catalanas de cualquier negociación. Así los primeros responsables del bloqueo son PP, PSOE y C’s , incapaces de demostrar nítidamente lo que en realidad los une: la defensa de un modelo de Estado jacobino donde la casta extractiva controla el BOE.

Cuando en Cataluña había un partido mayoritario autonomista que funcionaba como bisagra, la aritmética era fácil. Desde la derecha, desde el centro-derecha o desde el centro-izquierda del régimen se pedía un complemento catalán y España tenía mayoría para la gobernabilidad. A cambio de nada para los catalanes. Sólo de algún favor a los amigos y conocidos del pujolismo.

Ahora se ha acabado este equilibrio. Y a los ciudadanos se nos prepara un tedioso verano, no por el supuesto bochorno que nos invadirá, sino por el nuevo espectáculo de teatro de las tres fuerzas del régimen para inventar una trama de la que ya se sabe el final: una gran coalición de facto para no cambiar nada de verdad.

Para esconderlo hacen falta maniobras de distracción, como el ahorro de los gastos electorales. Cómo la ley electoral establece que la cantidad de las subvenciones se determinan los cinco días siguientes de la convocatoria de los comicios, algunos partidos proponen un pacto de «caballeros» para ahorrar gastos. El 20-D, aparte de los 130 millones del Estado, el PP dedicó oficialmente 12 millones, el PSOE 9 millones, Podemos 3,6 millones , Ciudadanos 4 millones e IU 2,5 millones. 

Con la justicia detrás de los tres principales partidos del régimen y de alguno de periférico; y el partido de la izquierda clásica (IU) endeudado hasta las cejas por no haber podido cobrar los envíos de papeletas por correo, el panorama no es agradable económicamente.

Pero todavía hay clases. Los partidos del régimen a pesar del aliento de la policía en la nuca continúan teniendo vías de financiación extraordinarias. Por eso, los grandes nunca han querido, por ejemplo, renunciar al envío de propaganda y papeletas a cada elector. En un territorio donde se ha instalado una gerontocrácia electoral con escaso nivel de formación, los votantes más fieles son gente mayor que trae la papeleta desde casa. Los partidos que pueden inundar los buzones de publicidad y envolver sus papeletas en envoltorios atractivos tienen ya más ventaja que los que no pueden hacerlo, o lo hacen con escasos recursos.

La propuesta de la remisión única de todas las papeletas a cargo del Estado la había hecho yo mismo en los 90, cuando en el Parlamento de Cataluña se creó una comisión sobre financiación de partidos políticos, a raíz de los primeros escándalos de corrupción y de un documento valiente del Círculo de Empresarios, presidido entonces por Gavarró.

El resultado de la comisión fue cero. La advertencia hecha por el mismo Gavarró sobre el cobro de comisiones irregulares superiores al 3% famoso y las propuestas de simplificación de campaña no fueron tenidas en cuenta por los principales partidos del régimen en aquel momento: PP, PSOE y CiU. Veinte años después estamos igual.

Ahora nos harán un paripé mostrando que están muy preocupados, pero tanto PP, como PSOE y C’s recibirán de mil maneras el apoyo de la oligarquía económica y del capitalismo parasitario del Estado. Por ejemplo, imputando en periodos fuera de campaña, los gastos de campaña. También 
financiando directamente con publicidad o simplemente por el poder que dan las acciones, influyendo sobre las cadenas privadas de RTV y los periódicos, para que favorezcan unos determinados partidos en contra otros; en sus noticias y en sus encuestas, cada vez más utilizadas como arma electoral y no como instrumento demoscópico.

Las fuerzas políticas que juegan con estas cartas marcadas y que sacan beneficio de los apoyos inconfesables, no compiten en un libre mercado político donde gana el mejor. Sino que parten de una situación de ventaja que va en detrimento de las fuerzas de izquierda o no adictas al régimen, que tienen que espabilarse con los recursos propios que son escasos.

¿Alguien puede creer que estas fuerzas que revientan el libre mercado político actuarán después a favor de un auténtico libre mercado económico donde se premie el esfuerzo y la competencia ante el enchufismo y los privilegios? ¿Alguien cree que los financiadores no pasarán factura influyendo o dictando directamente las normas, decretos o artículos de ley que puedan favorecer sus intereses? ¿Alguien se cree de verdad que los partidos que han dinamitado la igualdad de oportunidades electorales trabajarán después por la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos?