Libia, ahora la reconstrucción

 

Completada la etapa del coronel Gadafi, que duró 42 años, Libia ha quedado devastada por la guerra civil. Los nuevos gobernantes de Libia se enfrentan a la difícil tarea de restaurar el orden, consolidar la pacificación, rescatar los activos libios congelados, reanudar las exportaciones de petróleo y empezar la reconstrucción, un difícil reto por delante.

Los hidrocarburos son la piedra angular y más prometedora de la economía. Antes del estallido, las exportaciones de petróleo y gas representaron el 70% de los ingresos, se producían 1,69 millones de barriles diarios (b/d), con unos ingresos anuales estimados de 50.000 millones de dólares y se contaba con unas reservas de 74.000 millones/barriles. Además están sentados sobre una burbuja de gas estimada en 54,4 trillones de metros cúbicos.

La restauración de la producción de petróleo requiere la vuelta de las compañías petroleras internacionales, lo que será posible en cuanto se restablezcan las condiciones de seguridad.

Todas las miradas se centran en las enormes reservas de petróleo, los fondos, las grandes necesidades de infraestructuras y reconstrucción que se estiman en 400.000 millones de dólares y se deben realizar durante los próximos diez años. Una tarta apetecible que levanta grandes expectativas en tiempos de crisis.

Libia necesita la construcción de su sistema sanitario y educativo, de viviendas, carreteras, redes de transportes (en especial los aeropuertos y puertos), líneas ferroviarias (necesarias en un país, con una superficie de 1,8 millones de km2 y de siete millones de habitantes).

La UE es el primer socio comercial de Libia. Italia encabeza el reparto. España está en una posición discreta pero en ascenso en los últimos años con una presencia empresarial importante. Repsol, Saycr, OHL y Enagás encabezan la lista. También hay algunas empresas libias en España como Aresbank y Tamoil. El balance bilateral de 2.100 millones de euros es favorable a Libia.

Junto al sector energético los fondos libios jugaran un papel clave en la reconstrucción. El valor de estos activos en el exterior oscila entre los 160.000 y 200.000 millones de dólares, que gestiona la Libyan Investment Authority. Están repartidos por 45 países y tienen participaciones en 140 entidades y empresas. Aparte de esto nadie sabe cuánto dinero opaco o cuanto había en las arcas del Estado o en las reservas de oro, aunque es posible que la familia Gadafi los haya saqueado antes de escapar.

Italia concentra grandes inversiones libias, que participan en muchas instituciones como el 7,5% en UniCredit; un fondo de 500 millones de dólares en Mediobanca; participaciones en ENI; Enel; Finmeccanica; y la propia Juventus, entre otras.

Hay activos libios en muchos países africanos y en algunos suramericanos. También en otros puntos de Europa, como el 3,01% de participación en Pearson, propietario del diario Financial Times. Activos inmobiliarios en Londres, empresas textiles, hoteles…

También son accionistas mayoritarios de una larga lista de bancos: el Libyan Arab Foreign Bank, British Arab Commercial Bank, ABC, Aresbank… Existen informaciones que apuntan también a que Libia posee intereses en Deutsche Bank, HSBC, Société Générale, BP Paribas, así como algunas acciones en grandes grupos como Alstom, EDF, GDF, Total y France Télécom.

La gestión de la postguerra, suele ser más compleja que la planificación del propio conflicto. Por eso las nuevas autoridades tendrán mucho que hacer para construir un país mirando al futuro.