Leopoldo Rodés, el amigo discontinuo

 

El mecenazgo y la conspiración lo definen. El presidente de la Fundación Macba, Leopoldo Rodés Castañé, ha reunido una de las mejores colecciones de arte de Europa, gracias a la incorporación de las obras de La Caixa. Un logro que le ha valido el premio Montblanc de la Cultura 2012, cuya entrega, prevista para el próximo martes 29 de mayo, derramará ecos de sociedad y papel couché sobre el anfiteatro museístico del Raval. El Rockefeller catalán sucumbe con facilidad a la tentación de lo escénico; le puede la estética pero, ante todo, es resultadista.

El premio será para él un baño de visibilidad, aunque le aguarda ya su reverso conspirativo: la reunión de verano del senado empresarial, integrado por un grupo de veteranos ilustres, al que pertenecen Casimiro Molins, Juan Echevarría, Josep Esteve, Antoni Pont o Josep Ferrer, entre otros.

La próxima sesión de los honoríficos octogenarios está convocada para el 12 de julio en el domicilio de Rodés. Generala en Pedralbes para recibir a los seniors, bautizados en su día con el acrónimo VESF (Veteranos Expertos Suficientemente Formados), un grupo al que también pertenecen Joan Uriach (el doctor “Biodramina”), Antoni Vila-Casas (Can Framis, Espai Volart), Pedro Mir o Sebastià Salvador, presidente del RACC.

El Montblanc 2012 es el mismo galardón satinado y rancio que obtuvo hace un año la reina, doña Sofía: una estilográfica con el nombre grabado del patricio romano Cayo Cilnius Maecenas, etrusco, confidente de Octavio y amigo de Virgilio. La espada y la palabra o el alzacuello y la esgrima, en versión de Rodés Castañé.

En el consejo de administración de La Caixa, el empresario ejerce una vocalía y, de la mano del presidente Isidro Fainé, diseña la resituación silenciosa de la antigua Obra Social bajo el paraguas del mecenazgo. Del subsidio responsable al oleo con paspartú y marco de roble viejo; una apuesta sin remilgos.

En la mesa del consejo de La Caixa, Rodés Castañé coincide con el vicepresidente segundo de la entidad, Javier Godó, Conde de Godó, con el que mantiene una amistad discontinua marcada por las veleidades editoriales de su progenie. Su hijo, Fernando Rodés Vilà (vicepresidente de Havas) es el principal accionista del periódico Ara, una apuesta de la prensa en catalán a la que se sumó como inversor Artur Carulla (Agrolimen) y cuyo lanzamiento se solapó en el tiempo con la aparición de la versión vernácula de La Vanguardia.

Los Rodés controlan Media Planing, la central de medios que surte de publicidad a todos los periódicos, un arma poderosa aún en tiempos de penuria. Y no es ningún secreto que Godó se ha sentido traicionado por aquellos (los Rodés y los Carulla son la referencia) que, con una mano, le piden complicidad y, con la otra, colocan sus inversiones en la competencia.

El presidente de Media Planing tuvo un papel clave en la nominación de Barcelona 92; promovió la financiación de la candidatura por parte de un centenar de empresarios y se convirtió en el mejor apoyo de Juan Antonio Samaranch. Supo sacarle partido al mito de la California de Europa. Él y su amigo Carlos Ferrer-Salat, entonces presidente del COE, interpretaron sin complejos las loas al negocio lanzadas desde la política. En una etapa inflacionaria, la inversión es el mago de la lámpara. Sin embargo, nadie pronosticó el estallido final de la burbuja cuando el metro cuadrado y las finanzas ocupaban el frente del modelo productivo.

En aquellos años de los juegos, Rodés Castañé actuó, con menor fortuna, como el brazo financiero de los March. Presidió el Banco Urquijo, la antigua ficha de banca privada, cuya heterodoxa herencia ha sido integrada ahora en el Banc Sabadell, rumiando una montaña de papeles en activos de pésima calificación e inequívoca morosidad.

En su etapa de banquero, Rodés Castañé propulsó la creación del Instituto de la Empresa Familiar, integrado por un ramillete de grandes patronos inspiradores del fin del impuesto de sucesiones y, algunos de ellos, titulares de depósitos en paraísos fiscales como los que ahora serán objeto de la regularización anunciada por Economía. La amnistía fiscal ofrecida por el Gobierno a las rentas más altas es una nueva versión de los afros, aquellos títulos de deuda creados para blanquear capitales utilizados por Josep Borrell, secretario de estado de Economía, en la etapa del nacimiento de la Agencia Tributaria. La propuesta actual es una versión más ligera, pero los titulares de cuentas en el exterior temen que, al repatriar sus fondos, perderán para siempre la cómoda opacidad que hoy disfrutan.

Acostumbrado a entrar en todas las salsas, Rodés Castañé compagina empresas con fundaciones, museos, foros y universidades (preside el Consejo Social de la Ramón Llull). Su compromiso más reciente es el Consejo Empresarial para la Competitividad, presidido por César Alierta, que avala las reformas de Rajoy y anuncia paradojas: exportaciones en ascenso, aumento de la productividad, expectativa de reducción del paro o pérdidas bancarias acotadas. Un optimismo pueril.