Legislatura viable o candidato inviable

Pedro Sánchez debe conseguir que la legislatura sea viable; de los contrario, corre un riesgo de convertirse a sí mismo en inviable

Que si la oferta de coalición tenía fecha de caducidad, que si lo viable en julio se ha podrido en agosto, la musiquilla de organillo de La Moncloa no cesa de entonar el mismo el estribillo: “A ver si los demás, si todos los demás, cumplen el deber de dejarme gobernar, ¡gooobernaar-ar!”.

Los demás, los tres llamados a dejar gobernar al PSOE –o sea PP, Ciudadanos y Unidas Podemos– hacen y seguirán haciendo caso omiso a los altavoces monclovitas, por otra parte muy escasos y encima menguantes. No hay alternativa, o acuerdo con Podemos más votos periféricos o elecciones en noviembre.

A la vista de tanta insistencia, (iba a escribir insensatez), Unidas Podemos vuelve al punto más cercano al pacto, el de la coalición, cuando todo parecía resuelto, poco antes de aquella abstención que estaba fuera de lugar. Una oferta con variantes, mandada por Whatsapp poco antes de ser difundida.

No es manera, pero lo importante es el fondo. El tahúr Pablo Iglesias vuelve a la mesa de juego de la que se levantó inopinadamente. Pero ahora es el tahúr Pedro Sánchez el que, de paripé en la reunión del G-7, desdeña seguir jugando. Como si, ahora o en el futuro, pudiera ahorrarse esta partida.

Según las previsiones del CIS, el viento sopla de popa para el PSOE. Puede que incluso más para el PP. Pero los vientos cambian, y en esta ocasión el dedo de Eolo, el del pueblo soberano, puede revolverse y soplar en contra del culpable de no iniciar la travesía de inmediato. Antes era culpa de Podemos, ahora del PSOE.

A estas alturas del serial, las negociaciones por procuración mediática, con luz y taquígrafos, tienen la ventaja de no dejar hueco a las interpretaciones torticeras. Lo que era viable ha dejado de serlo sin razón. Un estribillo alternativo que daña al PSOE.

Si vamos a repetición de elecciones, Casado presentará a Sánchez como un fracasado

Nueva pinza, no buscada pero real. Podemos ofrece y seguirá ofreciendo una salida mientras la derecha tachará a Sánchez, si la utiliza y pacta, de bribón en manos de comunistas, antisistema e independentistas.

En cambio, si vamos a repetición de elecciones, Pablo Casado presentará a Sánchez como un fracasado, un inútil incapaz de conseguir la mayoría. A fin, no tanto de rematar la jugada como de entrar en el juego, el PP ofrece asimismo una alternativa en forma de «váyase señor Sánchez que sin usted ya nos apañaremos».

Mejor de traidor en La Moncloa que de tontolaba de nuevo en campaña electoral. De no llegar a ella con la menor perspectiva de acuerdo, por descontado que viable, el segundo intento de investidura se convertirá en un sesión de desgaste. Todos contra Sánchez y él sin otro argumento que el cansino organillo de La Moncloa.

La operación doblegar a Podemos adelantando por la izquierda social no funciona como era de prever y seguramente habían previsto. Carta floja. Sin embargo, al no disponer de otra, se aprestan a volverla a enseñar. Mala opción en mal momento, pero no hay dónde escoger, a no ser que Sánchez vuelva a sentarse en la mesa de la coalición.

Antes de exponer que debería hacerlo, hay que insistir en el posible escenario postelectoral. No el peor, para nada descartable, de una mayoría de las derechas coaligadas en las provincias vacías, sino en el de un triunfo mayor, si bien insuficiente, del PSOE.

Incluso en este caso, si vuelve a ganar y Podemos pierde otro puñado de diputados, Sánchez seguirá estando en la casilla de salida. Incluso puede que, con menos peso pero más necesario que antes, Podemos incremente sus exigencias. Si a finales de año no consigue mayoría, Sánchez estará liquidado.

Un partido acosado es un partido reforzado

El fracaso del acoso a Iglesias es palmario. La rebelión en Podemos no se ha producido. Íñigo Errejón no va presentarse. Iglesias ha dado un paso en la única buena dirección, la que según el PSOE ha dejado misteriosamente de ser buena.

Un partido acosado es un partido reforzado. Un líder cuestionado desde fuera pero no desde dentro es un líder reforzado. Un líder, Iglesias, y un partido, Podemos, que rectifican son más difíciles de descalificar.

Si de veras quería arriesgarse a nuevas elecciones, Sánchez debería haber evitado someterse a la segunda sesión. Directos a comicios y salga el sol por donde quiera. En septiembre, Sánchez va sufrir. Tal vez más de lo aquí anunciado si Albert Rivera, en vez de seguir en fuera de juego voluntario, también propone algo que no sea ni elecciones ni Sánchez de presidente.

Resumen: el PP ofrece alternativa en forma de gobierno de concentración sin Sánchez. Es una estrategia asimismo inviable, incluso peregrina, pero es presentable y le da a Casado cierto empaque de estadista.

Ofrecer la mano, aunque sea de manera farisaica, siempre queda bien. Casado la tiende para ayudar a caer a Sánchez. Iglesias para ayudarse a levantarse. El PSOE rechaza la primera con razón, Sánchez la segunda sin razones.

O Pedro Sánchez consigue que la legislatura sea viable o correrá un serio riesgo de convertirse a sí mismo en inviable. Aunque vuelva a ganar. O coalición o peligro de muerte.