Lecciones toreras en CatalunyaCaixa

Ya está vendida la antigua caja de los socialistas catalanes, la caja de la Diputación de Barcelona. Con el final definitivo de aquella aventura se demuestra que hay tanto inepto político en la derecha (Caixa Girona, Caixa Penedès, Bankia…) como en la izquierda (CX) y que si algo une a ambos es su enorme capacidad para hacerse un Pilatos y lavarse las manos sobre lo acontecido en el sistema financiero y su coste para las arcas públicas.

La adjudicación de CaixaCatalunya (Catalunya Banc) al BBVA es un pase de pecho de Francisco González (FG) a Emilio Botín. La Caixa de Fainé no quería quedarse con la red en venta y FG acababa de adquirir los restos de Unnim (las cajas de Terrassa, Sabadell y Manlleu). Nadie esperaba que BBVA hiciera una oferta en serio (las hicieron los tres grandes, pero era más por estar en la plaza que por torear de verdad). Y nadie esperaba que Botín renunciase al mercado catalán como lo ha hecho.

Es curioso que los dos grandes bancos en negocio interior y minorista (BBVA y Caixabank) mantengan la tesis operativa de que el mercado español se conquista a partir de Barcelona y sus aledaños. Una coincidencia que no es torera, sino casi científica. Ambos concentrarán ahora unas estratosféricas cuotas de mercado en territorio catalán que seguro no pasarían un análisis serio de Competencia.

 
BBVA y Caixabank concentran ahora unas estratosféricas cuotas de mercado en territorio catalán que seguro no pasarían un análisis serio de Competencia

Pero de vuelta a la adjudicación, con la asunción por parte de FG de los restos de la caja catalana se cierra el periodo de reconversión del sistema financiero español en su primera fase, la más importante. Ahora podrán venir pequeños ajustes o algún matiz, pero en ningún caso grandes operaciones que cambien los espacios de poder financiero que se han distribuido con motivo del desplome bancario.

A Botín no le interesa el mercado español y ahora, por si quedaba alguna, ya no cabe ninguna duda. Debe preferir la Fórmula 1. Su modelo de banca pretende ser global y ha conseguido pasar por la crisis financiera sin tragarse ningún sapo.

El banquero cántabro se ha pasado estos últimos cuatro años dando manoletinas al poder político y económico del país. Estaba, como gran gurú, pero no se le esperaba en la sala de máquinas. Es tanto como decir que su contribución a la salida de la crisis ha sido ninguna. CatalunyaCaixa (CX) era para él una oportunidad para dejar claro que optaba a las dos orejas y al rabo. Sin embargo, el financiero de los tirantes rojos ha devuelto el toro al redil: que sean otros quienes apechuguen con este mercado, que en Europa y América ya dispone de suficientes anclajes como para obligarse a colaborar en su país de origen.

BBVA se vanagloria de mantener el empleo en las operaciones que realiza. Está por ver si esa política seguirá y le permitirá dar la vuelta al ruedo. La sospecha es otra y, sobre todo, en su debe pesa la escasa implicación que mantiene con los territorios en los que obtiene negocio. El morlaco que debe torear ahora permitirá conocer si la entidad que le arrebata a Botín, la caja catalana, tiene ganas de modificar su modus operandi y cree, como se sostiene en Madrid, en el país y en su actual conformación territorial y política.