Las tres razones del enrocamiento

Sánchez da largas a las autonomías que le piden un nuevo decreto para imponer confinamientos, con el objetivo de proteger al candidato-ministro Illa del desgaste

Con los contagios disparados y los hospitales saturados, el gobierno se está empeñando en amarrar a las autonomías dando largas a la aprobación de otro estado de alarma más actualizado. A las comunidades autónomas solo les ha faltado pedirlo a gritos. Más margen para sus competencias para restringir la movilidad de los ciudadanos.

Doce autonomías han solicitado ya al ministro-candidato Illa que suelte amarras y les dé un instrumento adaptado a la nueva situación de curva ascendente de contagios. Pero el gobierno de la Moncloa ha preferido enrocarse . Sin querer admitir cambios que implicarían un reconocimiento de la insuficiencia del primer estado de alarma aprobado el 25 de octubre y prorrogado hasta mayo.

Un ministro-candidato blindado por Sánchez

Y si no quiere mover ficha se debe a tres razones fundamentales. Evitar mayor enfado en el sector del comercio y la hostelería tras una ampliación del toque de queda. Huir del desgaste parlamentario, porque el gobierno tendría que someter el nuevo Estado de alarma a votación en el Congreso en donde no dispone de la mayoría necesaria. Y proteger a su candidato socialista en las elecciones catalanas porque cualquier adopción de medidas impopulares le podría perjudicar.

Proteger a su candidato socialista en las elecciones catalanas porque cualquier adopción de medidas impopulares le podría perjudicar

El desencuentro entre el ministro y las  autonomías ha quedado en evidencia. La cifra del contagios sigue ascendiendo. La incidencia acumulada ha doblado ya en muchos territorios el termómetro de los quinientos casos por cada cien mil habitantes.

Si el estado de alarma en este país no fuera un arma arrojadiza para competir con el adversario, se debería modificar en pleno pico del Covid. Pero el ministro-candidato Illa sigue pidiendo paciencia en plena tormenta vírica. No fue lo que dijo a principios de semana. Que se avino a tomar en consideración la posibilidad de dar más margen.

Pero llegó Moncloa y mandó parar. Y Sánchez, camuflado y enrocado tras la figura de Illa solo hace cálculos electorales. En estos tiempos de precampaña, la sobreexposición mediática de su candidato parte con ventaja sobre el resto de competidores.

Pero en una campaña con la pandemia al alza cualquier traspié puede provocar mayor desgaste y sería un inconveniente. Así es que, pocos cambios, cero control del Parlamento y a preparar ya las elecciones catalanas que, según toda la conjura planetaria, judicial y mediática serán el próximo mes de febrero. Justo lo que le conviene a los socialistas que han  arrancado ya su propaganda con el regalo del CIS de Tezanos sobre la mesa. Un sondeo que da la victoria a Illa ,por encima de los independentistas de ERC y JxCat.

Un empujoncito que explica el interés de los socialistas por no demorar ni un día más la cita con las urnas. A pesar de la pandemia. No vaya a ser que se complique la tercera ola, mute en la cuarta y la cuestionada gestión de la crisis por parte del ministro Illa acabe volviéndose en su contra y deshinchando su socorrido ‘efecto’.

Lo que no ha empezado bien, puede acabar mal

¿Se votará con la sugestión del contagio? Es posible. En Euskadi, donde se desconvocó la cita con las urnas en abril (como en Galicia) para celebrarlas finalmente en julio se produjo una abstención de casi la mitad del censo. Pero Illa prefiere ganar en condiciones que sean propicias a la abstención a esperar unos meses como pretendían los independentistas además del  PP y Ciudadanos.

Sin contar con los miles de votantes catalanes en el extranjero que no van a poder ejercer su derecho de sufragio porque el plazo para solicitar el voto por correo el 14 de febrero, ya ha vencido. Los socialistas no quieren más demoras. Este es su momento. Con la incertidumbre sobre los indultos del procés sin despejar. Si dejan transcurrir unos meses quizás Illa tendría que presentarse con la medida de gracia bajo el brazo. Y no sería la mejor forma de atraer los votos moderados de Ciudadanos, que es lo que pretenden. 

Los intereses partidarios camuflados en razones pandémicas cotizan en la Bolsa catalana mientras Sánchez juega al ajedrez con Iglesias poniendo las piezas del futuro gobierno ¿tripartito? catalán.  A ver quién de los dos consigue mover dos piezas a la vez. Si Pedro o Pablo. Pero la contrariedad en ERC con Sánchez  va subiendo de decibelios. Aliados en Moncloa y rivales en las urnas en Cataluña. Lo que no ha empezado bien puede acabar mal. Junqueras, a las buenas,”ama” a España. Pero a las malas puede acabar alterando los planes de Sánchez.