Las posibilidades de Illa
El candidato socialista tiene posibilidades de llegar a la Generalitat, aunque deberá decidir si acepta los votos incómodos de Vox o intenta reeditar un tripartito con ERC
No son escasas las posibilidades de que Salvador Illa gane el 14-F. Tampoco las de que presida la Generalitat. Veámoslas según dos diferentes escenarios. El primero, sin mayoría absoluta independentista y el segundo con reiteración de dicha mayoría.
Antes de entrar en ellos un apunte sobre la abstención, que va a ser el factor principal que inclinará el resultado en una u otra dirección. Estas elecciones las va a ganar, no quien consiga que sus potenciales votantes se movilicen y acudan a su cita con las urnas, sino quien despierte menos animadversión entre sus contrincantes.
En otras palabras, más que imposibles entusiasmos hacia proyectos que o no son tales o no son creíbles, los candidatos deberían andar con mucho cuidado para no despertar resquemores entre quienes dudan entre quedarse en casa o ir a votar contra ellos, con la principal finalidad de perjudicar a un rival.
El pulso de diciembre del 2017, que se presumía a vida a muerte del independentismo, convocó una inusitada doble riada de ciudadanos a la participación. Ganó quien ganó, pero eso no supuso otro desafío al estatus quo y a la legalidad vigente que el retraso de unas horas en cumplir la orden de retirar una pancarta.
Eso, la falta de estímulos, la conciencia de que se deciden cuestiones relativamente secundarias, o sea quién va a gobernar una autonomía que en autonomía se quedará de todos modos, es lo que provoca la abstención.
Al no haber modo de resolverla de antemano sin el concurso de pitonisos, dejemos en la incertidumbre de qué lado va a caer la mayor abstención y ocupémonos de las posibilidades del candidato socialista en cada caso.
Vox, ¿en la ecuación para hacer a Illa presidente?
Supongamos que el independentismo pierde por primera vez la mayoría absoluta de la cámara y no alcanza los preceptivos 68 escaños. En este escenario, si Illa se presenta como le correspondería, podría cosechar sin despeinarse, además de los votos de los Comuns, con los que se aliaría, los de C’s, PP y Vox.
Si, sí, también los de Vox, que acaban de salvar, y a amucha honra según ellos, al gobierno socialista de una derrota en un tema tan espinoso como el del reparto de los fondos europeos.
si Illa se presenta como le correspondería, podría cosechar sin despeinarse, además de los votos de los Comuns, con los que se aliaría, los de C’s, PP y Vox. Sí, sí, también los de Vox
La diferencia es que en este caso no bastaría con la abstención de Vox sino con el voto a favor, por lo que escándalo podría ser mayúsculo. El propio Pedro Sánchez debería valorar si le conviene ganar la presidencia para un fiel servidor y quedar expuesto al concubinato con la extrema derecha.
Además, está Podemos, para quienes el trágala puede resultar todavía mayor. Para Illa, la opción menos problemática consistiría en el famoso pacto de izquierdas. Pero claro, entonces debería presidir un govern con independentistas, algo que por ahora niega taxativamente.
La otra vía para Illa: reeditar el ‘Tripartit’
La alternativa a deber la presidencia a Vox consistiría en comerse sus solemnes palabras y reeditar un pacto de izquierdas, con un vicepresident y varios consellers de ERC, claro. En cualquiera de los dos casos, prisionero de Vox o casado Illa con ERC, la inestabilidad en la Generalitat no haría más que acentuarse.
Por si fuera poco, asimismo en ambos casos, la incomodidad para Pedro Sánchez estaría servida, hasta el punto de que podría, en sus poco apacibles horas nocturnas (¿o es que con Podemos ya duerme tranquilo?), arrepentirse de haber apostado por desalojar a JxCat de la máxima institución catalana (si bien no de la DIputació de Barcelona, en la que PSC y JxCat siguen conchabados).
En el otro escenario, con suma de 38 o más escaños para los independentistas, las posibilidades de Illa de presidir la Generalitat se reducirían hasta el mínimo. No las de apoyar una mayoría y por lo tanto disponer de tener vara alta. Tal vez tampoco las de entrar en el Govern, aunque esto ya sería más difícil.
No olvidemos que el objetivo de Puigdemont consiste en revalidar la fórmula actual, lo que implica humillar y doblegar a ERC. Tampoco que el de ERC es alcanzar por fin la presidencia, lo cual solamente podría suceder de dos maneras. Una, si queda por delante de JxCat, aunque ganara Illa.
Entonces JxCat no tendría otro remedio que anunciar su voto favorable a Pere Aragonès en la investidura, de modo que un govern de alianza independentista dependería de ERC y de la CUP.
Y dos, si Puigdemont vuelve a tomar la delantera, y los socialistas ofrecen su colaboración a un nuevo pacto de izquierdas. En este caso, Illa controlaría un Govern muy débil, probablemente desde fuera.
Por lo tanto y en conclusión, la suerte del candidato socialista dependerá casi en exclusiva de si el independentismo revalida o no su mayoría en el Parlament. En el segundo caso contaría con dos opciones para ser investido (pactando con Comuns y apoyado por PP y Vox) o pactando con ERC.
En el primero, si alguien encuentra una combinación que le pudiera hacer president, que lo diga. Así quien firma y los lectores de este digital, amén de muchos otros, le estaría agradecidos.
Todo lo cual no quita que estas elecciones pueden ser un a caja de sorpresas. No de Pandora.