Las lenguas de todos
Hace unas semanas, Agustí Colomines publicó un artículo titulado La lengua del imperio. Si bien comparto con él la idea de fondo, que es la defensa del plurilingüismo, me gustaría matizar algunos de sus argumentos que son, cuanto menos, discutibles.
Para empezar, en sociolingüística se distingue entre bilingüismo individual y bilingüismo colectivo, es decir, que una persona puede ser bilingüe pese a vivir en un lugar que no lo es o, por el contrario, alguien puede ser monolingüe en un país plurilingüe. Así, Colomines, con una especie de fatalismo determinista afirma que “los españoles de verdad son monolingües por vocación e inclinación” lo cual, pese al evidente déficit de conocimiento de idiomas en nuestro país, es bastante absurdo.
Me da la impresión que Colomines parte de la falacia de que los catalanes no somos españoles y que, por lo tanto, los que hemos nacido en esta comunidad autónoma quedamos excluidos de sus categóricas afirmaciones, como si el nivel de conocimiento de idiomas fuera aquí superior al del resto de España. Para ilustrar esto, señala que ningún jefe de Gobierno desde la muerte de Franco ha hablado otro idioma que el español, cosa que no es cierta: Calvo Sotelo tenía un buen nivel de inglés y diría que también de francés, idioma que conocían tanto Felipe González como José María Áznar, que ha acabado dando conferencias en inglés en Estados Unidos.
Resulta también sorprendente la comparación que realiza con Bélgica cuando son realidades bastante diferentes: España tiene una lengua oficial para todo el Estado y, en algunas comunidades, cooficialidad con otras lenguas mientras que en Bélgica existen unas zonas lingüísticas diferenciadas y ninguna lengua en común. Volviendo a la diferenciación sociolingüística del principio, si bien en Catalunya se da un alto número de bilingüismo individual, esto no es así en Bélgica –o al menos, no necesariamente con las dos lenguas oficiales–. Pero lo más extraño es poner como modelo a un país que está siendo investigado por la ONU por su situación lingüística.
Llama poderosamente la atención que un artículo que reivindica el plurilingüismo defienda, a la vez, la mal llamada inmersión lingüística en Catalunya, que es un modelo monolingüe como se encarga de evidenciar la consejera de Educación, Irene Rigau cuando afirma “nosotros no tenemos como objetivo la educación bilingüe, eso tiene que quedar claro” (a partir del minuto 10:19).
Para su defensa del actual modelo, Colomines reivindica un concepto en desuso en lingüística como es “lengua nacional” y que se utiliza, sobre todo, cuando una lengua no alcanza el rango de oficial, cosa que no es cierta en el caso del catalán, que es cooficial y se utiliza para la publicación de instrumentos legales y, además, en el caso de Catalunya, es la única vehicular en la escuela.
A pesar de lo que dice Colomines en su artículo, el catalán también es lengua habitual en las administraciones valenciana y balear e, incluso, podemos encontrar páginas web de ayuntamiento que están única y exclusivamente en catalán. Además, en Baleares también tienen la inmersión lingüística y la aplicación del TIL (tratamiento integrado de las lenguas) solo se ha aplicado, hasta el momento, a 36.000 alumnos. Por si eso fuera poco, tienen la Obra Cultural Balear regada con ingente cantidad de recursos públicos. Vamos, que el catalán muy arrinconado no parece que esté.
Es curioso que siempre que se habla del tema de la inmersión en Catalunya salga a relucir el tema de la Comunidad Valenciana. El modelo de dicha comunidad es el de la doble vía, que es el más extendido en los países con más de una lengua, mientras que la inmersión obligatoria que se aplica en Catalunya y Baleares no se da en ningún otro lugar del mundo. Así que llama la atención que se critique lo que en el resto del planeta se considera normal y se reivindique como “modelo de éxito” una opción que nadie más ha decidido copiar.
También es llamativo que se muestren defensores de los derechos lingüísticos de los niños de otra comunidad autónoma y no de los de la propia. Matizar, antes de que se me acuse de querer separar a los alumnos por razón de lengua, que mi modelo no es el de la doble vía, sino el de ambas lenguas vehiculares, tal y como se aplica en Luxemburgo, Estados Unidos y cada vez en más países como Finlandia y que es también el modelo de Aula, el colegio escogido por Mas para sus hijos.
En todo caso, como ya he dicho al principio, comparto con el autor la idea principal del artículo que es la defensa del plurilingüismo, especialmente en la educación así que me sumo a sus reivindicaciones para que todos los niños valencianos que lo deseen reciban educación en catalán por lo que le propongo un pacto a él y a todos los defensores de la inmersión ¿nos unimos en la defensa de los derechos de los niños en Valencia y Catalunya y luchamos por un modelo que sea más justo para todos?