Las estrellas del ‘procés’
El desafío catalán al Estado ha contado con la inestimable ayuda de figuras mediáticas que se han convertido en "estrellas"
La Segunda Guerra Mundial fue también una guerra de propaganda, que nos dio personajes novelescos de notable originalidad y renombre.
Uno de los más populares fue William Joyce, conocido por los ingleses como Lord Haw-Haw.
Este norteamericano de origen irlandés, naturalizado alemán en 1940, emitía un programa para Inglaterra desde la Alemania nazi.
Gozó de un tremendo éxito de audiencia en el Reino Unido, gracias a las entretenidas soflamas pro-Hitler que transmitía el electrizante Lord Haw-Haw con regularidad germánica.
El proceso catalán también ha utilizado ingentes dosis de propaganda para sus fines
Otra estrella del género fue Iva Toguri, conocida en las ondas como La Rosa de Tokio. Esta japonesa, nacida en Norteamérica, popularizó entre las tropas aliadas el programa Hora Cero.
En él, fingía lamentar la pérdida de buques y tropas en el Pacífico, con un estilo sobreactuado que causaba gran regocijo entre los soldados norteamericanos, que seguían ávidamente sus emisiones entre desembarco y desembarco.
También el formalmente conocido como “proceso de transición nacional de Cataluña” (procés para los amigos) ha utilizado ingentes dosis de propaganda para sus fines.
Lo ha hecho hasta el punto de que resulta tentador sospechar que haya sido más una campaña publicitaria permanente que un proceso de autodeterminación.
La propaganda procesista
Si durante la Fiebre del Oro californiana quienes hicieron su agosto fueron los vendedores de palas y cedazos, los que se han hecho de oro en Cataluña han sido los publicistas.
Y han contado, como en los casos alemán y japonés -salvando todas las distancias salvables- con la inestimable colaboración de discrepantes de allende el Ebro que han sido adoptados por de los fans del procés, deleitándolos en grado inversamente proporcional a la irritación provocada a sus detractores.
Ramón Cotarelo parece haber encontrado sentido a su existencia negándose a sí mismo
Nuestro particular Lord Haw-Haw ha venido a ser Ramón Cotarelo, un excéntrico profesor español que parece haber acabado encontrando sentido a su existencia negándose a sí mismo y abrazando la causa del secesionismo catalán.
Su posición le ha dado todo tipo de facilidades para que, cual Zaratustra sumido en el caos amodorrado de su ocaso, nos avise de la segunda llegada del redentor encarnado en Puigdemont.
Es bien sabido que los caminos del Señor son inescrutables y, por ende, parabólicos.
Por eso Cotarelo nos ilumina haciéndonos ver cuán acertadas fueron las profecías de Alexandre Deulofeu en su obra magna, Matemàtica de la historia, acerca de la inevitabilidad de la desaparición de esa España inexistente a ojos de Cotarelo.
Nos pongamos como nos pongamos, el kairós catalán está al caer, y la aparición del anticristo Borrell así lo demuestra.
La desinformación
Pero también la Rosa de Tokio tiene su equivalente en el procés separatista.
Es la dicharachera figura de la sin par Beatriz Talegón, que ha alcanzado renombre gracias al desarrollo una inteligentísima técnica paradójica, consistente en presentarse a sí misma como una pánfila irredenta que defiende apasionadamente bulos y noticias satíricas como si fueran ciertas.
Después se le brinda la oportunidad de demostrar sus destrezas sofísticas cuando se demuestra su falsedad.
La fama del dúo Ramón-Talegón les lleva a los medios de la república imaginaria
Esta auto-humillación pública goza de gran predicamento entre sus seguidores, por lo que, al igual que Ramón el catedrático, Talegón ha alcanzado también notable celebridad entre el hooliganismo independentista.
Gracias a esta fama el el dúo Ramón-Talegón se prodiga con tanta asiduidad como efervescencia en los medios de la república imaginaria.
Uno supone y desea que los avispados propietarios de cierta conocida productora televisiva catalana estén ya trabajando en el formato de un programa de entretenimiento.
Así se podrá exportar bajo licencia esta exitosa fórmula, basada en el disidente exótico, a otras latitudes.
Las posibilidades son infinitas, desde un náufrago que defienda las políticas de Salvani, hasta un espalda-mojada que se ofrezca a pagar de su bolsillo el muro de Trump, pasando por un fontanero polaco que defienda a Nigel Farage.