Las claves del rescate bancario español
Cuando empezó la crisis, si se me permite hacer un poco de memoria, se decía que ésta había sido provocada por la falta de escrúpulos de unos pocos «despiadados especuladores» americanos de Wall Street que primero habían creado las hipotecas subprime, las habían colocado a los NINJA (No Income, No Jobs and Assets, es decir: gente sin trabajo ni forma de conseguir recursos) y posteriormente las habían empaquetado con un bonito lazo y las habían vendido en todo el mundo a precio de oro, cuando en realidad sólo eran calderilla.
Era la época del entrañable profesor Leopoldo Abadía, un ingeniero, profesor del IESE que hablaba de economía con mucha humildad y con lenguaje llano que todo el mundo podía entender.
Tres años más tarde, creo que ya es evidente, que esta teoría simplificada de la crisis (la teoría de los NINJA) no puede explicar el grave problema que sufre el sistema bancario español.
En un artículo anterior ya contaba los ambiciosos planes de crecimiento y los dudosos procedimientos de venta de productos financieros de algunas entidades que nos han abocado a una crisis bancaria sin precedentes y de gran magnitud. Hoy, con algo más de longitud de texto de la habitual, explicaré porque esto tiene repercusiones en la prima de riesgo y en el mercado de la deuda pública.
Falta de liquidez
En verano de 2007 se produjo un gran descalabro en el mercado de crédito interbancario europeo. De repente, la crisis subprime había puesto al descubierto que quizás algunos bancos no eran tan solventes como habían parecido, y como no hay nada más miedoso que un millón de euros, un montón de entidades financieras empezaron a recelar que el dinero que estaban dejando a otro banco, quizás no fuera devuelto. El Banco Central Europeo (Trichet era el presidente), que en aquellos momentos sufría por el recalentamiento y el riesgo de inflación no supo reaccionar adecuadamente y la liquidez se desplomó (ver gráfico adjunto).
Fue en ese momento cuando se destapó un misterioso problema, que todo el que pertenezca al sector bancario o relacionado con él, sabía de su existencia, y que podía poner en quiebra un montón de entidades, sobre todo las cajas más pequeñas por un tema llamado mismatching.
‘Mistmatching‘
El mismatching consiste en que un banco o caja conceda una hipoteca de 200.000 euros a 20 o 30 incluso 40 años mientras pide prestado 200.000 euros a un plazo más corto, a veces un año o incluso un día (EONIA). El supuesto que hay detrás de esta barbaridad contable, es que los gestores de estas entidades confiaron en que siempre existiría una liquidez ilimitada de fondos, proporcionada por la estabilidad de la zona euro. Esta liquidez provenía de los bancos alemanes, franceses y británicos, que poseían muchos ahorros provenientes de depósitos a plazo, fondos de pensiones y de inversión de sus compatriotas, y estaban obligados a invertir para sacar algún rendimiento, por lo tanto los ofrecían al mercado interbancario.
En el momento que alguien destapó el pastel del miedo, el mercado interbancario se secó y los rumores sobre las entidades financieras empezaron aflorar. En otoño aún de 2007, el gobierno, lejos de poner remedio se limitó a afirmar que «no existían problemas de liquidez en la banca española». Un año después España, seguía siendo un país muy endeudado (la deuda privada llegaba al 200% de nuestro PIB) ya empezaba a sufrir las turbulencias del colapso financiero mundial que había estallado con el cierre de Lehman & Brothers. Es entonces cuando el ministro Solbes acepta que la realidad hace caso omiso de las declaraciones del Presidente Zapatero en septiembre de 2008 en Nueva York: «Tenemos la banca más sólida del mundo» y crea un fondo de rescate de la banca, dotándolo con 30.000 millones de euros que sirvió básicamente para que algunas entidades (ahora ya sabemos cuáles) no se declarasen en quiebra. El estado las ayudó porque ningún otro banco lo quería hacer.
A partir de ese día se puso en marcha una carrera contra reloj de contactos, reuniones, etc… para conseguir que estas entidades no desaparecieran sino que quedaran absorbidas (y sus enormes agujeros diluidos) dentro de otras entidades más solventes (las presiones a algunas entidades para absorberlas fueron públicas y notorias).
Sin embargo, la idea de que el mapa bancario español podía cubrir sus propios riesgos sin ayuda pública se ha demostrado tan absurda como ingenua. El resultado ha sido que nos hemos pasado tres años escuchando teorías diversas sobre especuladores enemigos de España, sobre los pérfidos periodistas del Financial Times, etc … (aunque ninguna tan divertida como la de los NINJA) que provocaban la subida de la prima de riesgo de la deuda española. La realidad es que los posibles inversores ya estaban preocupados por el alto endeudamiento privado y sabían que tarde o temprano el estado debería asumir una parte importante de ella. Ahora nos ha llegado el momento de la verdad («Ya no cuela», que dirían mis estudiantes de Macroeconomía I).
La bajada de la prima de riesgo
El segundo estadio de esta confraternidad entre bancos y estado, fue en diciembre de 2011, cuando el banco central europeo decidió (por fin) conceder una cifra considerable de préstamos a la banca y que a estas alturas ya suma más 1 billón de euros a unas condiciones extraordinariamente buenas (1%) de tipos de interés y 3 años de plazo (una cuarta parte de este billón está en manos de bancos españoles) con una única condición: Que utilizaran ese dinero para comprar deuda pública del estado. Es este motivo lo que hizo que poco después de las elecciones en que Rajoy ganó, la prima de riesgo mantuvo una cierta estabilidad que duró hasta mediados del mes de marzo cuando las concesiones del BCE ya se habían terminado.
El rescate europeo
El tercer episodio de esta historia llega cuando el sistema bancario ya no tiene suficiente alfombras donde esconder toda los pufo que habían acumulado. Es entonces cuando el estado español decide intervenir públicamente y garantizar la viabilidad de nuestro particular Lehman & Brothers, es decir Bankia. A partir de ese momento, se demuestra que la idea de ir poniendo mercromina en las heridas no funciona y hay que abrir en carne viva para extirpar el tejido cancerígeno. Es entonces cuando la prima de riesgo se dispara de nuevo, y todos se preguntan porqué.
Enroscados
Pues porque el estado avala el préstamo concedido a los bancos españoles (lo que todo el mundo sabe, pese a algunas ridículas declaraciones en sentido contrario) y como existe la posibilidad de que estas entidades no sobrevivan, aumenta el riesgo de impago (llamado default) del estado hacia sus proveedores y deudores.
Ahora supongamos que las entidades no quiebran pero el estado sí. ¿Qué pasaría con las entidades que el estado avala? Pues que también entrarían quiebra, porque han sido durante meses las principales compradoras de deuda pública.
En definitiva, que el ligazón del estado y de las entidades financieras es tan grande y pernicioso, que más vale que crucemos los dedos y rezamos a la Virgen de Montserrat, que todo lo puede, incluso la lluvia de inversiones.