Lárgate al carajo hermana
La falta de instituciones, así como la ausencia de libertades, evidencia que en Cuba la mujer no tiene quien la resguarde, proteja y defienda
Sorprende que en la Cuba castrista la Fábrica de Arte Cubano (FAC) –entre la sala de conciertos y la exposición de arte pasando por el club nocturno- se haya inaugurado una exposición de fotografía artística en que 13 hombres cubanos aparecen retratados, en el Paseo del Prado de La Habana, con flores en la cabeza.
En concreto –como si de unas mujeres se tratara-, con flores colgando de la oreja. Sorprende, porque la dictadura castrista se ha caracterizado, entre otras muchas virtudes, por la persecución de cualquier manifestación que insinuara la fusión/aculturación/inculturación de lo masculino y lo femenino.
Y en eso que a la artista cubana Moník Molinet, instalada en Guadalajara (México), se le concede el permiso para exponer un trabajo que ya había visto la luz vía Twitter. Exposición que alcanzó los cinco millones de visiones en menos de 24 horas y que fue suspendida temporalmente al recibir miles de denuncias por supuesta incitación al odio.
Exposición que alcanzó los cinco millones de visiones en menos de 24 horas
Cuba se podemiza
¿Qué ocurre en Cuba? Al parecer, el Régimen se está modernizando. Cosa que se desprende del cartel oficial, de la muy oficial FAC, que anuncia la exposición de la fotógrafa Moník Molinet.
Título de la exposición: Masculinidades.
Texto de presentación: “En una sociedad patriarcal, la identidad de género masculina a menudo está moldeada por estereotipos violentamente tóxicos. Un modelo de masculinidad dominante, ganador y opresivo se les impone a los bebés al nacer… ideal de virilidad machista… se prohíbe agresivamente cualquier referencia a la feminidad… prototipo masculino que no admite divergencias… rechaza todo lo que no lo cumpla… es necesario sugerir una deserción alejada de los planes y uniformes patriarcales… Deconstruir la idea de masculinidad… es hora de celebrar a un hombre que es libre de celebrar la autodeterminación [¿qué pasa con la mujer?], sin restricciones sociales, sin sanciones autoritarias, sin estereotipos asfixiantes”.
Ríanse ustedes de Irene Montero, Ione Belarra y Ángela Rodríguez. Pam. Podemos no lo hubiera hecho mejor.
Vale decir que semejante revolución antipatriarcal -¿qué será de los camaradas Fidel y Che, auténticos machos alfa de la Revolución?- emerge en una República de Cuba unipartidista en la que obedeces al presidente o te conviertes en un preso político con estancia reservada en el Combinado del Este o Agüica.
Conviene añadir también que –al menos aparentemente- la revolución antipatriarcal cuenta con el apoyo de los medios de comunicación oficialistas como CubaDebate –subtítulo: “Girón, nuestra primera victoria”; primera pestaña: “Reflexiones de Fidel”- o CubaInformación que, formada por más de 50 colectivos españoles, tiene por objetivo “informar acerca de la realidad de este país [Cuba], incidiendo especialmente en los aspectos que de una manera sistemática silencian, censuran o manipulan los grandes medios de comunicación internacionales”.
Así se blanquea una dictadura
Si Moník Molinet pretende que la exposición ponga sobre la mesa la cuestión de la violencia de género con el objetivo de combatirla y eliminarla –hay que problematizar la idea de lo que es ser mujer u hombre que se inculca a los niños y niñas en favor de la equidad de género-, el Régimen se vale de la deconstrucción de la masculinidad que se expone en la FAC de La Habana para continuar el blanqueo de la dictadura castrista.
Un blanqueo que ha empezado –Gaceta Oficial de la República de Cuba, 17 de agosto de 2022- con la aprobación de un Código de las Familias que prohíbe el matrimonio infantil, reconoce la pluralidad y diversidad de los modelos familiares, define la discriminación y violencia de género, acepta la posibilidad del matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo (“la unión voluntariamente concertada de dos personas”) y legaliza la adopción homoparental y la gestación subrogada sin ánimo de lucro.
Una retórica, un paso adelante muy limitado, que deviene en la práctica un blanqueo que tiene su cara oculta: las mujeres en Cuba ocupan el 53,4% en el Parlamento (solo superada por Ruanda con un 61, 3 % y seguida por Nicaragua con un 51, 7%), pero solo el 28 % están en los gabinetes ministeriales no determinantes; el 47 % son alcaldesas, el 35 % concejalas y el 62% -el único dato homologable a las democracias occidentales- ocupan los Tribunales de Justicia.
Más: 137 mujeres están presas por disentir de la política oficial y por manifestarse pacíficamente durante el estallido social de 2021; no hay agenda de género, ni ley integral contra la violencia de género, ni tipificación penal –solo agravante- del feminicidio; las instituciones públicas cubanas para representar o defender los intereses y derechos de las mujeres, lo hacen desde la condicionalidad política afín al Régimen (fuentes: Cepal, Demoamlat y CiberCuba, 2022).
Por lo demás, Cuba no forma parte de la Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (1994). En definitiva, la falta de instituciones -así como la ausencia de libertades: la prohibición de la manifestación del 8 de marzo, por ejemplo-, evidencia que en Cuba la mujer no tiene quien la resguarde, proteja y defienda.
Yo no me pongo una flor
En esta coyuntura, de poco sirven las palabras de la Moník Molinet convencida de que la exposición Masculinidades impulsa “nuevos roles e identidades” de género que propician –un cambio en la percepción de la realidad y la consciencia de las personas que acaba rompiendo los estereotipos de género en detrimento de la masculinidad dominante en Cuba- la lucha “contra el machismo y los prejuicios sociales”.
Lo contrario parece ser cierto a tenor de la respuesta de hombres y mujeres –recogida por la prensa y los tuits- ante la exposición: “yo no me pongo una flor”, “¡puras estupideces!”, “las feministas de hoy buscan feminizar a los hombres y masculinizar a las mujeres”, «el mundo está de cabeza!», “no hace falta manchar al alma humana varonil para aceptar los géneros existentes”, “esas fotos de hombres con flores son algo ridículo”, “lo masculino es masculino y lo femenino es femenino”
Ese detalle de femineidad y coquetería es una tradición milenaria exclusiva de la mujer
Más: “cada cual con los suyo”, “ese detalle de femineidad y coquetería es una tradición milenaria exclusiva de la mujer”, “me encanta cuando mi esposo me regala una flor, pero no vérsela en una oreja”, “estos empeños de la posmodernidad ya repugnan”, “no valen orejas florecidas”, “cada sexo tiene sus particularidades”, “no es necesario feminizar a los hombres”, “hagan una exposición de una madre enseñando al hijo a cocinar y limpiar”, “demasiada obsesión con el macho ya es enfermiza”.
Las mujeres también pueden ser machistas
Frente a dicha recibimiento de la exposición, Moník Molinet afirma que “las mujeres también pueden ser machistas”.
Y concluye con el siguiente tuit en su cuenta PistolaMonik: “Si te felicitó un día como hoy, ahí no es. Si prefiere defender monumentos antes que causas, ahí no es. Si piensa que tu lucha es contra los hombres y no contra el sistema patriarcal, ahí no es. Si cree que él no puede hacer nada contra la violencia, lárgate al carajo hermana, ahí no es”.
Podemos tampoco lo hubiera hecho mejor.