Lara Bosch y el sueño frustrado de poseer un gran periódico

El 'chairman' de Planeta supera obstáculos sin aparente esfuerzo, como lo hacía su desaparecido padre

José Manuel Lara Bosch, un tierno mastodonte pegado a la nicotina, mastica su última captura cómodamente instalado en su despacho-atalaya de Diagonal. El Tribunal de la Competencia no entrará de oficio en la fusión entre Antena 3 TV y La Sexta porque el Ministerio de Economía ha suavizado las aristas regulatorias del proceso, por orden expresa de Rajoy, en el último Consejo de Ministros. Está cantado: Lara Bosch se hace con La Sexta de Mediapro, y al patrón de la productora, Jaume Roures, se le acaba su cuarto de hora de gloria.

Competencia rima con imprudencia. El chairman de Planeta vive en una permanente fuga hacia delante. Supera obstáculos sin aparente esfuerzo como lo hacía su desaparecido padre, Lara Hernández, bailarín de music hall, legionario y esposo enamorado de María Teresa Bosch, lectora empedernida y talismán. El primogénito Lara Bosch es un fruto de la segunda quinta, que suele ser (y es) la del esplendor; en su caso, esplendor en todo menos en la idea obsesiva de controlar un gran periódico.

Y es que la vocación mediática del Grupo Planeta ha sido víctima muy a menudo del fuego amigo, como ocurrió en 2006, cuando Luis María Anson abandonó la presidencia de la Fundación del diario La Razón a causa de que Lara Bosch, accionista del diario conservador, había entrado en el capital del Avui. Anson lo hizo público a través de una carta, dirigida al editor y enviada a los medios, en la que quedaba claro que la proximidad del diario catalán erizaba su inveterado españolismo.

El león, acomodado en el seno del Grupo Intereconomía, no podía imaginar que muy pronto (ahora mismo) Lara Bosch estaría negociando con los Ybarra su entrada en el capital de ABC, a pesar de la oposición interior de los Luca de Tena. Lara fusionaría ABC con La Razón, segunda marca del renacimiento centro-derechista. Hace unos dos años, cuando Planeta firmó un crédito sindicado con 15 entidades destinado a poner al día su enorme pasivo, algunos analistas señalaron a la fusión de los dos matutinos, como verdaderos destinatario de los fondos entrantes.

En las últimas semanas, la negociación entre Lara Bosch y el presidente de Vocento (editora de ABC), Enrique de Ybarra Ybarra, se ha protegido tras un cerco de opacidad. El nieto de Gabriel María de Ybarra Revilla, (fundador de El Pueblo Vasco, que en 1938 se fusionó con El Correo) e hijo de Javier de Ybarra y Bergé, está por una operación de flecos interminables. Ybarra tiene el enemigo en casa y sus ecos cercanos nos recuerdan que hablar de los Luca de Tena es como abrir viejas heridas del pasado. Su afrenta catalana tuvo lugar en La Vanguardia, durante los años del hierro, cuando los Godó, propietarios del diario barcelonés, se encomendaron a Torcuato Luca de Tena para nombrar a un director adecuado al espíritu de la época, cuyo apellido (Galinsoga) todavía produce sarpullidos.

En aquel tiempo, Torcuato, leguleyo y hombre de letras, deslumbraba a España entera a base de obras como ¡Mercedes Mercedes!; Franco sí, pero..; Señor ex ministro o Pepa Niebla, entre otras. Su marquesado, el de los Luca de Tena y Álvarez-Osorio, designado por Alfonso XIII, rivalizaba con los condes de Godó. Y el caso es que, ennoblecidos por el mismo Borbón, ambos linajes compiten desde entonces por una hegemonía que hoy, aún destronada, parece fascinar al editor de Planeta. El mismo Lara Bosch es a su vez heredero del título de Pedroso, aquel marquesado toponímico, que Juan Carlos le concedió a su padre, Lara Hernández, con el nombre del pueblo sevillano en el que nació el pionero de la potente saga editorial.

En busca de su cabecera soñada, los Lara arriesgan su patrimonio y permeabilizan su ideología. Saben que en España, país de Liliput, el poder de la opinión es absoluto; vale incluso la apuesta del todo o nada, como descubrió Gulliver, al final de su largos viajes. La de los Lara es una lucha por el papel impreso a partir del papel encuadernado, aunque su trayecto se ha desviado a medio camino hacia el mundo digital y la televisión.

En los multimedia deslumbran las finanzas, un sector en el que Lara Bosch defiende su bastión de accionista y vicepresidente de Banc Sabadell, la entidad presidida e impulsada por Josep Oliu, un economista teórico, apasionado de los escenarios econométricos y de los modelos matemáticos. En el consejo del Sabadell, el dueño de Planeta secunda a Isak Andic, patrón de Mango, el mayor accionista de la entidad al que acompañan otros empresarios a título personal, como Joaquín Folch-Rusiñol Corachan, Sol Daurella, José Permanyer, Miguel Bosser o Joan Llonch.

Cultura y dinero, una dualidad que le exige a Planeta echar mano a la chequera si no quiere ver diluida su participación en el Sabadell. Después de absorber la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), Oliu apela a sus accionistas de referencia; y los Lara responden: mantienen el 4,6% del capital del banco a través de Inversiones Hemisferio, mientras que otra sociedad del grupo, Jaipur Investment, sostiene otro 5%. Inversiones Hemisferio, la clave patrimonial de los Lara, está presidida por Ramón Mas, un ojo de halcón que decide las capturas de participaciones temporales en empresas “no financieras y no inmobiliarias”, según una definición paradójica del mismo directivo.

En el family office de los Lara, el delfín de Planeta Corporación, José Manuel Lara García, hijo del presidente Lara Bosch, figura como apoderado. Allí se cuece el futuro, en presencia de Josep Creuheras, el auténtico peso pesado de la marca Lara; allí se libra el pulso por la sucesión.

La inversión, un deporte de riesgo, es el rito iniciático de herederos y albaceas. Hasta hace bien poco, Lara García compartía con Jordi Fainé Garriga (hijo del presidente de La Caixa, Isidro Fainé) los secretos mejor guardados de Hemisferio. Fainé hijo había sido consejero de Hemisferio desde que se constituyó la sociedad, pero su marcha desató todo tipo de causas. La más extendida apunta a que el abandono se debió a la distancia entre Lara Bosch y Javier Godó, vicepresidente de La Caixa, obligado a esquivar el delirio del editor de libros por convertirse en editor de un gran periódico.

La Sexta es de momento la guinda al pastel de Planeta. Su patio de operaciones es un sector dividido por la mitad: Antena 3 unida a La Sexta frente a Telecinco unida a Cuatro; dos gigantes de la imagen, el duopolio que controla ya el 85% del mercado publicitario, un potencial inminente lejos del azaroso rescate de la economía española por parte de la troika. Y en las cúspides respectivas, Lara Bosch y Paolo Vasile, el CEO de Mediaset (Telecinco), galardonados ambos por la Cámara Italiana con el Tiépolo, un premio que festonea la bilateralidad cultural de dos países periféricos, atrapados ambos en la crisis de su deuda soberana.

Ahora en portada