La yihad entra en campaña y Rajoy pierde los nervios

Terrorismo y campaña electoral forman una combinación diabólica, porque excita la memoria de lo que ocurrió en las elecciones de marzo de 2004. Todavía hay una persistencia incomprensible e insoportable definida como teoría de la conspiración, que pretende establecer que el PSOE manipuló la situación para ganar las elecciones. Son irreductibles y no pagan por ello.

A quien más nervioso le pone este asunto es a Mariano Rajoy. Se ha establecido como cierto que, cuando el ahora presidente de Gobierno supo que había perdido, le espetó a José María Aznar. «¡Tú y tu maldita guerra!

Ahora, el atentado contra la embajada española en Kabul introduce otra vez la presencia de una acción yihadista directa en una campaña electoral.

Que Rajoy se pone nervioso con este tema lo indica claramente su actuación el viernes después del atentado. En una primera intervención aseguró que no había habido víctimas españolas. Luego, sin que el ataque hubiera acabado, anunció la muerte del policía Isidro Gabino San Martín Hernández. Posteriormente rectificó proclamando que lo ocurrido en Kabul había sido «un ataque directo contra España», y anunciaba el fallecimiento del inspector Jorge García Tudela.

Hasta ahora no se ha producido debate alguno sobre la forma en la que el Gobierno ha tratado este asunto. Tampoco sobre las medidas de seguridad en la embajada española en Afganistán, que a primera vista parecen ser deficientes.

Esa memoria de lo sucedido ha propiciado algo insólito en una campaña electoral. La política exterior y de defensa de España ha sido secuestrada y congelada hasta el 20-D. Los atentados de París de noviembre han conmocionado a Europa y han movilizado una política exterior conjunta para hacer frente al terrorismo. A diferencia de la guerra de Irak, que se fundó en la ilegalidad y la mentira, la respuesta militar sería legítima con el paraguas de la ONU, lo que marca la diferencia fundamental con aquella situación de 2003.

La impresión es que la lucha contra la Yihad ha formulado un pacto tácito entre los partidos para evitar pronunciamientos sobre la participación de España en la coalición contra el Daesh (Estado Islámico).

El Gobierno ha quedado en evidencia en Europa con su falta de respuesta a la colaboración de España. El primer ministro francés, Manuel Valls, reclamó que la respuesta al terrorismo no puede esperar al 20-D. Las recientes elecciones municipales en Francia demuestra que los atentados de París han favorecido la eclosión de la extrema derecha, hasta el punto de que vaticinarían su victoria en unas elecciones presidenciales.

El pánico a los efectos del yihadismo ha paralizado al Gobierno y a la oposición. El Gobierno anunció que se había ofrecido a Francia para sustituir el contingente de tropas que tiene en Mali. Eso antes del reciente atentado en un hotel de la capital de este país africano. Las bombas en Mali enfriaron el ofrecimiento que había hecho a Rajoy a Francia y se desdijo. Ahora se desconocen los detalles de la política exterior de los partidos mayoritarios con respecto a la amenaza del Daesh y del yihadismo fuera de nuestras fronteras.

Se han pronunciado Podemos y Ciudadanos, aunque este último partido navegó enseguida hacia la ambigüedad. Podemos ha excluido cualquier intervención militar. En la justificación de esta posición ha aludido a que las anteriores intervenciones han empeorado las cosas, incluyendo a Afganistán, Irak y Siria en la misma categoría que el Daesh.

¿Por qué el PSOE no ha rebatido esta posición alegando que la intervención en Irak no tendría nada que ver con una actuación militar ahora contra el Daesh?

En España existen fuertes corrientes de pacifismo que se movilizarían contra cualquier intervención militar, por muchas legitimidades que la amparasen. Y está claro que un pronunciamiento del PSOE, que considerase la participación militar directa en la coalición liderada por Francia, le restaría votos.

Personalmente creo que está equivocado y que Pedro Sánchez ha perdido una baza importante. Tal vez pudiera rectificar a raíz del atentado contra la embajada española en Kabul. Bastaría con declarar que su gobierno haría frente a sus compromisos en la OTAN y la Unión Europea de acuerdo a las exigencias que se realizasen, sin excluir una intervención directa.

Esas declaraciones, sin duda polémicas, le permitirían demostrar que es un estadista que no elude sus responsabilidades, que cuando la guerra es legal y legítima, a diferencia de la de Irak, el PSOE no elude sus responsabilidades.

Los niveles de alerta en Estados Unidos se han disparado. En Europa los servicios de inteligencia combinados de todos los países temen un atentado importante. Y el ataque a la embajada de Kabul confirma que España es objetivo prioritario.

¿Podemos estar tranquilos hasta el 20-D? Evidentemente no. Y solo queda esperar que la eficacia de los servicios de inteligencia y