La Voyager I y la última frontera

"El ansia y el afán por descubrir, una curiosidad casi enfermiza son ese espíritu que nos hace intentar mejorar nuestra calidad de vida cada día"

Tal día como hoy, 5 de septiembre de 1977, exactamente hace 43 años, la humanidad lanzó al espacio el dispositivo creado por el ser humano más lejano a la Tierra. Dieciséis días antes fue lanzada su hermana la Voyager 2, que a pesar de haber salido antes, va por detrás en su distancia con respecto a la Tierra.

Los científicos y tecnólogos que la crearon disfrutaban en grado máximo de esas características que nos diferencian del resto de los animales, que no son otras que: la voluntad de mejorar, de descubrir, de explorar, y esa curiosidad innata en el ser humano.

Seguramente esas ansias no eran muy diferentes a las que invadían a los antiguos descubridores, cuando partían surcando el mar infinito para descubrir algo que no se sabía bien si existía, y sin la garantía de que podrían regresar. La Voyager 1 y el resto de las sondas y dispositivos para la exploración, son el ejemplo perfecto de lo que ha sido capaz de hacer nuestra civilización cuando se propone retos casi imposibles.

Viajando a una velocidad aproximada de unos 17 kilómetros por segundo, es decir, unos 61,200 km por hora, estos cuarenta y tres años le han permitido a la Voyager 1 superar los límites del sistema solar y alcanzar la Heliopausa, que es el límite aproximado de la influencia de nuestro astro rey, el Sol.

Mas allá de hablar de datos técnicos sobre esta maravillosa misión, protagonizada por un amasijo de materiales que pesa poco más de 700 kilos, debemos poner en valor la capacidad e imaginación de la humanidad, que ha conseguido que seamos lo que actualmente somos. Para bien o para mal, es el sino de nuestra existencia, que nos hace ser como somos, y son esos valores positivos en los que tenemos que poner toda nuestra energía.

 

Con las sondas Voyager viaja un disco de gramófono acuñado en oro titulado: “The Sounds of Earth” (Los sonidos de la Tierra).

El disco contiene sonidos e imágenes que representan la diversidad de la vida y la cultura en nuestro planeta. Se diseñó con el objetivo de dar a conocer la existencia de vida en la Tierra a alguna posible forma de vida extraterrestre inteligente que lo encontrase, y que además tenga la capacidad de leer, entender y descifrar el disco. El contenido de la grabación fue seleccionado por la NASA y por un comité presidido por Carl Sagan de la Universidad Cornell.

«Las misiones Voyager fueron pensadas para una duración de cinco años aproximadamente y en el día de hoy cumplen cuarenta y tres»

Las misiones Voyager fueron pensadas para una duración de cinco años aproximadamente y en el día de hoy cumplen cuarenta y tres. Siguen enviando una valiosa información que tarda casi 15 horas en llegar a la Tierra, viajando sus señales a la velocidad de la luz. Esto nos da una idea de la enorme distancia a la que se encuentran con respecto a nuestro planeta.

El ansia y el afán por descubrir, una curiosidad casi enfermiza, y el derribo constante de barreras con soluciones casi inimaginables. Ese espíritu que nos hace intentar mejorar nuestra calidad de vida cada día, es lo que ha puesto a la Voyager 1 fuera del sistema solar, explorando el espacio interestelar.

Permítanme la licencia de parafrasear y adaptar la gran obra creada por Gene Roddenberry:

“El espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Voyager, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”.