La verdadera condena de la familia Pujol
Hace días que se insiste en un mismo mantra: tras conocerse cómo operaba el clan Pujol en Cataluña durante años, sus andanzas iban a quedar sin castigo alguno. Salvo que revelaciones de última hora cambien esa situación, todo apunta a que los asuntos que trabaja la justicia o el Parlamento catalán se resolverán con los procedimientos archivados o con sentencias no condenatorias. Quien lo tiene peor es Oriol Pujol, a quien su proximidad con las ITV y con las empresas que desinvertían del país le puede costar algún pescozón particular.
En síntesis: que nadie espere ver a un Pujol con aquella imagen imborrable de Macià Alavedra o Lluís Prenafeta esposados y conducidos por efectivos policiales.
Los Pujol acabarán, con probabilidad, fuera de la tierra que dicen amar: la continuidad de la familia en Cataluña es harto improbable
Ahora bien, tampoco nos equivoquemos. No se irán de rositas y su condena pública y privada tiene otras dimensiones. A la espera de ver qué decide la justicia y cómo le va a Oriol su particular asunto, la familia ya ha sido ampliamente condenada. La madre, con su incontinencia habitual, no pudo dejar de referirse a que sus hijos están con una mano delante y otra detrás. Y en alguno de los casos puede ser estrictamente cierto.
Tomando como referencia correcta el dinero descubierto en Andorra, cada uno de los que poseían una cuenta pagarán alrededor de un 110% de promedio sobre la cantidad ocultada. Es decir, que sumadas todas las sanciones tributarias por no declaración de bienes en el extranjero, cualquier saldo se acabará evaporando de forma inmediata.
Un hijo ya pidió su traslado a Miami. Oriol Pujol está en paro y difícilmente encontrará una empresa que le emplee en Cataluña. La hija arquitecta puede perder su pequeño negocio con un ayuntamiento del Maresme. Jordi Pujol Ferrrusola deberá buscar otro territorio que recorrer con sus autos para hacer negocios y dinamización financiera.
Oleguer, Mireia y los propios padres, acabarán con probabilidad, fuera de la tierra que dicen amar. Personas próximas al clan aseguran que piensan en marchar, que la continuidad de la familia en Cataluña es harto improbable. Cuando me lo explicaban pensaba que esa será, al final, la gran y verdadera condena. No sólo no serán profetas en su tierra, sino que es probable que deban salir de ella.