La vecina del avión
«Los europeos necesitan el consejo de alguien de confianza que les recomiende hacer la primera visita, mientras que los asiáticos y los americanos la pueden hacer después de ver y leer un pequeño opúsculo publicitario bien hecho«.
Esta rotunda sentencia de mi vecina en el avión de vuelta de una larga y extensa jornada laboral, resume de forma clara, muchas de las cosas que nos pasan en el mundo. Algunos desconfían y otros arriesgan.
La desconfianza provoca parálisis y frustración; el riesgo hace subir la adrenalina y da grandes argumentos para la motivación. (Resulta que mi vecina de asiento era profesora en ortodoncia en másteres y posgrados de universidades americanas y asiáticas y residente en el Maresme. Su cotizada especialización la llevaba el día siguiente a otra semana de clases a Los Angeles y durante el corto viaje iba haciendo retoques frenéticos a los dientes de las fotografías que aparecían en la pantalla de su Sony Viago. ¡Tenemos pequeños genios que hacen crecer el país!).
La desconfianza de los europeos y la necesidad de rodearnos de amistades o familiares para que nos aconsejen, es el resultado de la maduración a través de desgastes y de éxitos labrados en largos periodos de tiempos.
El individualismo de los americanos contrasta con la importancia del grupo social, como dinamizador de las actividades de las personas en Asia. Pero el grupo no reduce el espíritu emprendedor y de placer por el riesgo, tal y como afirmaba mi interlocutora.
Viendo más de cerca, tenemos la obsesión omnipresente de dar más cuerda al debate sobre la soberanía y al derecho a decidir, respondiendo a la permanente, insistente (y case única) voz que se publica y propaga sobre la política catalana.
Y esto me lleva a revisar a Michel Focault en su lección la orden del discurso (1970) donde decía que «lo nuevo no está en lo que se dice, sino en su retorno«. Gastamos mucha energía, pero no vemos el retorno; no hay novedad.
En economía, la preocupación actual, la voz y reflexión que necesita retorno reside en cómo impulsar medidas para dinamizar el consumo y arreglar el desastre del paro.
Podríamos ver la defensa de starts-up como una fuente de motivación en propuestas innovadoras, en procesos y productos.
Steven Ding y Richard Ballart han creado en Londres la «Zero Carbon Food«: con un alquiler muy ventajoso, cultivan en 2,5 hectáreas del refugio antiaéreo de la segunda guerra mundial destinado a acoger 50.000 refugiados a 33 metros de profundidad, todo tipo de verduras iluminadas con leds de ultima generación que gastan muy poco. Ideas que dan resultados.
¿Dónde hay oportunidades? A raíz de Alimentaría he visto como el 15% del total de las exportaciones actuales corresponde a productos alimentarios (más de 22.500 millones de euros) y que los 400.000 puestos de trabajo del sector ocupan al 20% de la población activa.
Los más de 3.500 millones de superávit de la balanza comercial son muy importantes por el sector, pero desdibujan la carencia de la cultura exportadora: sólo un 3% de las empresas exportan y sólo el 1% lo hacen de forma regular. Es una buena oportunidad para entender que el exterior y las exportaciones tienen mucho recorrido, tanto en la zona europea, donde centraremos el foco al generar confianza, como en las potencias de América y Asia, donde tendremos que adecuar nuestra oferta al gusto por la novedad y el riesgo.