La timidez empresarial ante Junqueras y la CUP
¿Empresarios? ¿Hola? ¿Patronales? ¿Dirigentes económicos, cómo va? El vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, presentará este jueves los presupuestos a las organizaciones empresariales. Quiere aprobarlos, aunque es consciente de la dificultad de su empresa, porque no tiene otro socio parlamentario que la CUP. De hecho, no quiere tener otro, porque otras combinaciones sí se podrían dar en la cámara. Ante la dirección de Foment, Pimec y la Cecot, Junqueras tratará de hacerles ver que las cuentas para 2016 (cuando el año ya entra en su segunda mitad) son las más adecuadas, o las únicas posibles.
Las patronales han formulado algunas de sus peticiones. El vicepresidente de Foment, Ramon Adell, consideró este miércoles que el gobierno catalán está dejando de lado la industria, y que, aunque los puestos de trabajo vengan cada vez más del sector servicios, en cambio, de forma directa o indirecta, uno de cada dos trabajos están ligados a la actividad industrial: ofrecen mejores salarios y mayor estabilidad.
Foment no entiende que la partida presupuestaria de apoyo a la industria se haya reducido de forma notable en sólo dos años. Los 34 millones previstos en las cuentas de 2016 representan un 70% menos de los que se proyectaron en 2012 y 2013, (con un presupuesto prorrogado), cuando la partida significó 113 millones.
La industria en Cataluña representa el 18% del PIB. La Comisión Europea ha fijado en el horizonte de 2020 un porcentaje del 20%. El toque de atención de Foment es que, por lo menos, no se retroceda, y se trate de levantar el vuelo. Entre las prioridades de la patronal se fija la rebaja de los precios energéticos, que lastran la competitividad de la industria catalana. Esa petición se repite en el tiempo, y todos los responsables políticos, de todas las adminitraciones, deberían ya actuar. Supone una distancia, respecto a los países del entorno europeo, que puede condicionar seriamente el futuro. También se pide mayor flexibilidad laboral, y que ésta se logre en el marco de la negociación colectiva con los sindicatos, trabajando de forma conjunta para que las empresas tomen una velocidad de crucero.
Todo eso está muy bien. Pero las organizaciones empresariales, y el sector económico en general, son muy tímidas cuando se les reclama que se pronuncien sobre los asuntos públicos. Se estable una extraña distancia entre la Política y la Economía. En las facultades se enseñaba hace unos años Economía política, pero ahora son tiempos en los que la economía ha logrado su plena independencia, cuando todo obedece, siempre, a decisiones políticas previas, a la «idea» que se tenga, como recordaba Keynes. ¿O no fue una decisión política lo que provocó la apuesta por la economía de la oferta con los mandatos de Thatcher y Reagan?
Pero no vayamos tan lejos. En Cataluña no se escucha con el tono de voz necesario a los empresarios. Ni Foment, que preside Joaquim Gay de Montellà, ni la Pimec, de Josep González, o la Cecot, de Antoni Abad, ni otros prohombres de las empresas catalanas, analizan la actual situación en la que una pequeña formación política domina toda la agenda política.
La timidez ante Junqueras –que aguanta esa situación sin buscar alternativas– y la CUP es enorme. Los presupuestos de la Generalitat están en el aire; la seguridad en Barcelona se cuestiona; la gobernabilidad flaquea; no hay proyectos de futuro, y la inercia se ha instalado peligrosamente.
¿Hola? ¿Quién hay al otro lado?