La tarifa plana de Rajoy

Hubo debate sobre el estado de la Nación. ¿Cómo anda? Puestos a analizar: igual de convulsa que siempre, conmocionada en lo ideológico y territorial y despistada en materia económica.

Dos cosas son sorprendentes en el análisis económico. Que el presidente Mariano Rajoy ha comenzado la campaña electoral con dos anuncios claramente insuficientes para recuperar con más rapidez la situación de crisis y el drama social que comporta. Por un lado, una tarifa plana de cien euros para incentivar la nueva contratación indefinida y, por otro, una modificación tributaria que beneficiará a unos teóricos 12 millones de contribuyentes y que elimina la obligación de declarar IRPF a quienes perciban rentas inferiores a 12.000 euros a partir de 2015.

 
Rajoy aún piensa que los problemas no se resuelven, sino que se disuelven

La oposición le recordó que en materia de empleo lo fía todo a la reforma laboral aprobada. Tienen razón, se deberían arbitrar más medidas y más centradas en la creación efectiva de ocupación. No la tienen cuando se la cargan, porque se olvidan de que sin ella, habría todavía más cadáveres empresariales hoy en el cementerio de la economía. Además de que su existencia garantiza que ante una reactivación de la demanda puede surtir mejores efectos que los acumulados hasta ahora.

Los visuales cien euros son un paso, pero corto y sin levantar la vista al frente. Como les decía, con clara orientación electoral en el corto plazo. Las cotizaciones sociales son caras y desincentivadoras para cualquier empleador. Hace mucho tiempo que se dice y ningún gobierno, ni de izquierdas ni de derechas, se lo cree. Así nos va en materia laboral.

Lo del IRPF está por concretar y ver. Todo apunta a que Rajoy, en la recta final de la legislatura, intentará aproximarse algo más al programa electoral con el que ganó las elecciones, y, en definitiva, a la orientación ideológica de su formación. Es muy probable que reduzca algo los impuestos. Siempre le quedará la coartada de sostener que él los subió para evitar la intervención de España y reconducir las cuentas públicas al gusto de Alemania y Bruselas.

Por lo demás poca novedad salvo su tarifa plana de orador. Todo sigue más o menos igual, que es lo mismo que decir que Rajoy sigue pensando que los problemas no se resuelven, sino que se disuelven.