La supuesta baraka de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez parece tocado con un dedo divino de suerte, aunque los argumentos hagan caer esa extendida idea por su propio peso
Mucho se ha escrito durante estos años de hégira de Pedro Sánchez sobre su supuesta baraka, ya saben, esa bendición mística que supuestamente colmó de dones a esforzados guerreros como Rui Díaz de Vivar, al caudillo Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūbo (más conocido como Saladino), o incluso, a decir de los kabileños liderados por Abd-el-krim– al propio Francisco Franco.
La baraka, tal y como la definían los filósofos sufíes iba bastante más allá de la suerte esa que hace que tu equipo de fútbol tenga la divertida costumbre de ganar finales europeas en el minuto 93, más allá de la coña marinera que hace que tu tostada caiga siempre por el lado que no has untado con mantequilla o que consigue que aparques siempre a la primera y en hora punta en las plazas de parking de zona azul de Núñez de Balboa.
La baraka, así, sería una bendición mística que señalaría a su beneficiario como un verdadero tocado por el dedo de los dioses, y no de manera puntual, sino de forma permanente a lo largo de toda su vida.
Vayamos pues al turrón (con perdón): ¿Tiene Baraka Pedro Sánchez?
Pues si nos fiamos de lo que publican los medios, solo hay una respuesta posible: Sí.
Solo tenemos que repasar los titulares de los últimos años para darnos cuenta de que además de los oscuros nigromantes de la pedrología y de los bardos habituales, autores de los bochornosos cantares de gesta pedrísticos que llenan cada semana la prensa antaño seria, muchos analistas y periodistas escasamente sospechosos de querencias pedrales han caído también en el engaño de considerar que además de sus indiscutibles virtudes políticas, físicas e incluso líricas, el presidente del gobierno contaba con una protección divina que hacía que cualquier batalla contra él planteada estuviese destinada al desastre.
Muchos analistas y periodistas escasamente sospechosos de querencias pedrales han caído también en el engaño de considerar que el presidente del gobierno contaba con una protección divina que hacía que cualquier batalla contra él planteada estuviese destinada al desastre.
Y así, narran su victoria en las primarias del PSOE en dos ocasiones, la moción contra Rajoy, sus victorias electorales, la exitosa gestión de la pandemia, la heróica defensa de fondos europeos, la victoria contra la mayor nevada que vieron los siglos…
Lo que sucede es que una lectura menos emotiva de todos estos eventos, es posible que nos aporte una visión ligeramente diferente.
¿Puede considerarse afortunado un líder político que tiene que, para conseguir mandar en su partido, ha tenido que ejercer de taxidermista, dejándolo sin órganos y rellenándolo de paja?
¿Puede llamarse suerte gobernar tragándote todos los principios de tu partido?
¿En serio tiene baraka un gobernante que nada más llegar a la Moncloa ha tenido que enfrentarse a la mayor pandemia ( y a la mayor nevada) de los últimos 100 años, que ha dejado de momento en los cementerios de nuestro país a 70.000 compatriotas?
¡Dadme generales con suerte!, solía decir Napoleón Bonaparte, consciente de que en muchas ocasiones, las batallas las decidían elementos casuales alejados de la brillantez táctica y la solidez estratégica.
Yo a 2021 solo le pido lo mismo, que nos de gobernantes con suerte. Y miren, Sánchez ha demostrado que de eso, también anda flojito.