La solución Xavier Trias
Su forma de plantearse la acción política siempre fue conciliadora, a la busca de soluciones más que de conflictos
Las sospechas de que Xavier Trias sea el candidato a la alcaldía de Barcelona por Junts per Catalunya (JxCat) demuestra la mala situación del partido que liderara Carles Puigdemont. Y no por la capacidad de Trias que está en plenitud de capacidades, sino por la necesidad de esta formación de echar mano al pasado para encontrar una solución a un problema de liderazgo.
Las deserciones en el espacio de la derecha independentista son continuas. Esta es una demostración que el espacio ideológico pierde fuelle. Ello no significa que el independentismo vaya a desaparecer, sobre todo entre la generación de los que se perdieron las movilizaciones de finales de los 70. O sea, los de 60 años para arriba, muchos de ellos recién llegados al interés político. Por ello, la crisis de esa derecha es independiente del propio movimiento que sigue actuando.
Pero nada es plácido. Todo lo contrario. La marcha de Elsa Artadi, la apuesta decidida del partido para las municipales, abrió una de las primeras crisis en JxCat. Los motivos siguen sin estar claros. Personales o motivados por presiones no del todo esclarecidos, la cuestión es que dejó la carrera para ser alcaldesa justo cuando comenzaba lo más importante. Y así la formación se quedó huérfana de candidatos y así sigue a menos de un año de las elecciones.
Xavier Trias ya era un político en retirada. Merecida retirada. Su forma de plantearse la acción política siempre fue conciliadora. A la busca de soluciones más que de conflictos. Lo hizo en su época en la sanidad pública, como dirigente de Convergència en Madrid, como concejal y hasta como alcalde, alcanzando acuerdos con el PP de Alberto Fernández Díaz.
No todo su equipo municipal se comportó de la misma forma y algún escándalo le salpicó. El caso más conocido fue el que afectó a su exteniente de alcalde, Antoni Vives, que aceptó una pena de dos años de cárcel y dos de inhabilitación por contratar ilegalmente a un exalcalde de aquella CiU y cobrar 155.067 euros en cuatro años sin llegar a ejercer ningún trabajo en la empresa municipal Barcelona Regional.
Xavier Trias sólo volverá a la política activa si existiera, por parte de su partido, una necesidad vital. Y eso es lo que parece que ocurrirá. Está decidido a actuar, porque por el partido cualquier cosa. O más que por el partido por el colectivo con el que ha estado vinculado estos últimos 40 años.
Otro candidato homologa su edad. Ernest Maragall tiene 79 años. Trias, 76 años. Los dos mantienen una cabeza privilegiada y no está de moda criticar edades superiores. Hasta podríamos decir que la política necesita experiencia.
El problema son los equipos. Fue uno de los aspectos negativos del mandato de Xavier Trias como alcalde. Los regidores de Unió mantuvieron un perfil algo superior, pero menos honrosos casos, Convergència no estuvo a la altura, como el caso mencionado de Vives.
Así que uno de los primeros dislates que tendría el candidato sería configurar su lista. Su forma de actuar y bonhomía lo comprometieron en muchas ocasiones. Así, la lista que Trias confeccionó para las municipales estuvo muy comprometida por los intereses del partido, entonces de Artur Mas.
Y aquello ocurrió entonces, imaginen ahora gestionar un plantel a la altura de las necesidades que precisa Barcelona en un partido donde hay tantas familias políticas como personas.
A pesar de las dificultades, si Trias es requerido para presentarse por Barcelona, y aunque su familia no lo vea con buenos ojos, lo hará. Fundamentalmente porque no es un candidato que levante ningún tipo de rechazo entre la militancia y, además, porque las últimas revelaciones, algo deconstruidas, sobre su famosa cuenta en Suiza, que no era individual, sino familiar, lo ha vuelto a situar como un mártir apetecible entre el independentismo.
Claro que eso dura, como diría Sabina, “lo que dura dos peces de hielo en un whisky on the rocks”. Poco. Muy poco de no existir más carnaza para ir alimentando el relato. Relato que, por otro lado, tampoco sirve para gestionar Barcelona.
Así que, aunque todo esté abierto con relación a la lista de JxCat en Barcelona, las condiciones del momento delatan hacia dónde pueden ir los vientos. La duda nos conduce a lo importante. ¿Seguirá JxCat una deriva al estilo Laura Borràs o variará el rumbo hacia espacios menos intransigentes?
Xavier Trias es un independentista obligado. O reubicado por su enfado ante lo que él consideró un ultraje de las cloacas del Estado, visualizando en esas cloacas a Jorge Fernández Díaz. “Con ese Estado, ni agua”, reitera.
Una cosa es la imagen pública de un partido y la otra su cocina interna, en muchas ocasiones con todos los platos por limpiar y desorganizada. Así que todo está en el aire. Un aire enrarecido.