La soberbia del primogénito
«La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano», escribió San Agustín que antes de santo fue muy mundano. No tiene trazas Jordi Pujol Ferrusola de acabar siendo muy santo.
Viéndole el 23-F, contestando a los parlamentaris de la Comisión de Investigación, recordé una vieja historia que un amigo de Granollers me contó en los primeros años 80, cuando el president Jordi Pujol le pidió a su amigo Lluís Prenafeta que colocara a su primogénito en Tipel (Tintorerías Ibéricas de Peletería), la sicodélica empresa de fachada hippy al pie de la AP-7 entre Parets y Mollet.
Mi amigo trabajaba en el Banco de Bilbao de Granollers y en esa oficina Tipel tenía operativa la cuenta corriente. El director de Tipel no sabía qué hacer con el hijo del president y decidió enviarlo en periodo de formación una temporada a Nueva York, como un becado para aprender inglés. Ahí que se fue Jordi Jr. con apenas 20 años. Al poco de aterrizar en la ciudad de los rascacielos, fue a la oficina del Banco de Bilbao para reclamar una transferencia a la sucursal de Granollers.
Mi amigo era empleado del departamento de extranjero en la oficina y su colega neoyorquino le llamó enfurruñado preguntando quién coño era ese personaje que, soberbio y displicente, se creía el amo del mundo… Mi amigo, que no había tenido tratos profesionales con el primogénito, le respondió que era el hijo de presidente de Cataluña, y que por eso iba con esos humos.
Esta historia me la contó entonces y la había olvidado hasta que me vino un flashback cuando vi la chulería con que contestaba a las preguntas de los parlamentaris. Una persona normal, no acostumbrada a los tejemanejes políticos, tendría que sentirse incómoda en esa tesitura; pero el hijo del president y de aixó és una dona se mostró con el mismo talante chulesco que cuando tenía 20 años en la isla de Manhattan. Lo lleva en la sangre, lo ha mamado en casa.
Que es un chulo y un retador quedó evidente cuando entregó a David Fernández una copia de la grabación de la conversación que su despechada novia tuvo con Alicia Sánchez-Camacho, que no ha de tardar en salir a la luz pública para fogarizar a Alici. Pero también le dio una coz al president Mas cuando, poniéndose la mano en el pecho, dijo que eran «amigos íntimos», aunque se vieran de uvas a peras, cuando una semana antes Artur Mas había dicho que en toda su vida a ese amigo íntimo sólo le había visto una vez. Como es evidente que era una coz, cabe interpretar que las relaciones del clan Pujol con Artur Mas son glaciales. El hijo político ha renunciado a su padre.
He empezado con San Agustín, pero acabó con un escritor madrileño y mundano como Francisco de Quevedo: «La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió».