La segunda vida de Pedro Sánchez
Sánchez ha logrado revivir a lomos de los militantes socialistas, pero ese acceso al liderazgo le puede llevar a caer en el error de no pensar en los votantes
La primera vida nació de un pacto y del compromiso del PSOE oficial para evitar el advenimiento de un fenómeno desestabilizador de las estructuras del partido y conseguir no perder el control y la dirección del mismo. Fue secretario general, según cuentan, a dedo. Murió, su primera muerte, en manos de la dirección que lo encumbró y ha vuelto a la vida gracias a la militancia.
Su segunda vida tiene el regusto amargo de una justicia poética: la marioneta se revela contra los titiriteros, hasta el punto de cortar los filos hilos que lo guiaron hacia la secretaria general del PSOE la primera vez ; los mismos hilos que lo luego lo hicieron caer. Todo ello tiene el aroma de la conciencia política del director Gillo Pontecorvo en su film Queimada, donde el gobernante, marioneta colocada por el Gobierno británico para no perder el control de las plantaciones de azúcar de la isla, se revela contra el mismo Gobierno que le ha permitido la Revolución.
La revuelta contra aquellos que ayudaron a ascender a José Dolores volverá a la isla para reinstaurar la lógica del poder desde arriba y acabar con el díscolo revolucionario. La situación política de Pedro Sánchez tiene el sentido trágico y arrebatado del revolucionario José Dolores. Ahora sólo resta ver su final, marcado por la sombra de una nueva muerte política propiciada por los mismos que, en su día, le empujaron a salir de la dirección del partido.
El PSOE no puede esconderse de la voz de la militancia
Ocurra lo que ocurra, el PSOE ya no podrá desprenderse de la voz de los militantes, que han fijado como principal objetivo dejar sólo a Mariano Rajoy con la corrupción y sus débiles políticas sociales.
El PSOE de Sánchez puede caer en el error de pensar que se debe más a sus militantes que a sus votantes
Su nuevo impulso político no podrá orientarse sin establecer como prioridad un adelanto electoral o una moción de censura, intentando un gobierno de izquierdas en la misma dirección del conseguido en Portugal. Este escenario altera no sólo la política española en su conjunto sino también la política en Cataluña, pues condiciona las expectativas futuras para pactar y avanzar hacia algún cambio constitucional, referéndum legal o camino hacia un federalismo que provoque más autogobierno desde una nueva base de aliados, definido por nacionalistas e independentistas catalanes y vascos.
Un escenario que altera la política europea que se estaba reafirmando, tras el desastre del Brexit, con el triunfo de Macron y la consecuente consolidación del eje Berlín, París, Madrid, al que se incorporará Roma con el regreso triunfal de Renzi. Como podemos observar, sólo se debe producir un sutil cambio en el equilibrio inestable de Europa para tener que reelaborar toda su arquitectura.
Ocurra lo que ocurra el PSOE ya no podrá desprenderse de la voz de los militantes
Pedro Sánchez no se puede esconder de la responsabilidad hacia los españoles que lo votaron
De la misma forma que el Gobierno del PP no puede gobernar sólo para sus votantes, el partido mayoritario de la oposición no debe gobernarse sólo para sus militantes. Hay que recordar que el PSOE, en las elecciones del 2016, planteó formalizar un gobierno «Frankestein» con Podemos, Izquierda Unida, independentistas y nacionalistas, o una gran alianza política PSOE con PP.
Se estableció como mandato de sus electores realizar lo mejor para los españoles y volcado a trabajar por España. Pedro Sánchez, tras el triunfo del PP en las elecciones del 2016, pronunció las siguientes palabras sobre la decisión del voto de los ciudadanos: “han abierto camino a la normalización de la vida institucional» y añadió que “el compromiso del PSOE hacia sus votantes es acabar con el paro, luchar contra la corrupción, construir una Europa Social, regenerar las instituciones y reformar la constitución”.
Dicho de otra forma, impulsar las reformas necesarias desde el respeto de las instituciones y sus tiempos. El nuevo PSOE presidido por Pedro Sánchez puede caer en el error de pensar que se debe más a sus militantes que a sus votantes para emprender la nueva etapa. Esperemos lo mejor y felicitemos el ganador.