La salida ‘Tricentenario’ para Jordi Pujol

Se vislumbra una magnífica y quizá única salida para Jordi Pujol y los suyos. Sólo debe inspirarse en la historia, en 1714. ¿Qué mejor manera para conmemorar los 300 años, el tricentenario, que seguir los pasos de Rafael Casanovas? Es decir, traicionar a los suyos y retirarse a una muerte tranquila. Con un poco de suerte, dentro de un par de siglos incluso le dedicarán monumentos.

Para aquellos que hayan olvidado la historia, cabe recordar que el amigo Casanovas se largó de la ciudad sitiada, mientras los suyos eran fusilados. Él vivió unos años trabajando de abogado a escasos kilómetros de Barcelona. Luego, algunos “papanatas” burgueses aburridos de su vida monótona, a finales del siglo XIX, buscaron un héroe a partir del que configurar la patria catalana. El resto de la historia, si son espectadores de TV3, los órganos del régimen o siguen al chico de la moto, ya la saben.

Por suerte los tiempos han cambiado. En el siglo XXI ni fusilamos ni queremos fusilar a nadie. Pero curiosamente la historia se repite. Ahora la traición no pide fusilamientos pero si exige una lista detallada al fiscal de cómo se efectúo todo el proceso. Muchos colaboradores están temblando con esa opción. Porque si alguien es tan inocente de creer que Jordi Pujol e hijos han levantado cerca de 2.000 millones –seamos optimistas– en solitario, va bien equivocado.

Descartada la posibilidad de que Jordi Pujol haya contratado a un asesor de imagen y comunicación –a quién se le ocurre refugiarse en una casa tan cercana a Barcelona–, debería valorar qué gana con un pacto, este si sería de Estado, con el fiscal. Realmente con el barrizal conocido de primera mano aún podría quedar como el último héroe catalán.

Los consejeros de Territorio –que siempre ofrece las mejores comisiones- de sus gobiernos, como Josep Maria Cullell, Xavier Bigatá, Joaquim Molins, Artur Mas o Pere Macias, deberían estar preparando las maletas si Jordi Pujol se atreve a dar ese paso. Es la única opción que tiene para salvarse. Hacer en privado el gran pacto con el Estado que nunca logró en política.

Quien conoce los departamentos de la Generalitat sabe que esos años, y no lo neguemos, también con tripartito e incluso ahora, no eran extrañas las llamadas de jefes de servicio, directores generales o hasta de consejeros a los técnicos para que fuera meritada alguna empresa en los informes previos a la adjudicación.

Los interventores también tienen mucho de que hablar. No en vano, a diferencia de cualquier corrupción al uso, aquí se ha comenzado por la pirámide y no por la base, la parte más débil. Por ello, ¿cuánto tardarán en cantar algunos técnicos “más débiles y menos protegidos” fuera del off the record?

Es una cuestión de tiempo y entonces no habrá vuelta atrás. Jordi Pujol debe ser consciente de que sólo explicando cómo se ha gestionado la corrupción en la Generalitat puede encontrar una salida. Indigna pero salida a fin de cuentas. Su ex número dos, Miquel Roca, fuera oficialmente de la política, debería también hablar antes de que su castillo se caiga. Porque, como se dice, alguien pagaba pero alguien cobraba.

Todo ello forma parte de las mil historias de estos días. Ahora los periodistas del régimen, porque esto ha sido un régimen, prostituirán sus artículos o crónicas explicando cosas que dicen ya sabían. Todos lo sabían pero nadie lo publicaba. Curiosa virtud del oasis catalán, el puto silencio de los beneficiados. Como vivo en mi, isla en medio del mar de la calma buscada, tengo la ventaja de no poseer a estas alturas esa disyuntiva moral de callar lo que sé, y decir lo que no sé.

A raíz de las noticias de El Mundo, contacté hace unos meses con el entonces molt honorable Jordi Pujol y le pedí una entrevista para hablar sobre las filtraciones de los negocios de sus hijos. Siempre me había tratado educadamente y, aunque ahora suene a chiste, las veces que me llamó me pareció un tipo hasta cachondo. Tenía esos tics tantas veces representados que lo hacían humano.

Esta vez no hubo llamada, y en pocos días declinó mi propuesta. Pero me avanzó que iría a la ahora famosa entrevista de Antena 3. Suponía que allí le harían alguna pregunta sobre el “tema” y que si queríam la siguiera. Así lo hice esa mañana de invierno. La verdad, hoy aún con más motivo me gustaría, como a cualquier catalán, dejarle hablar sin fin delante de un café.

Todo esto me lleva a una reflexión final (extraña estos días). Este verano, como algunos conocen, me dedico a conversar de lo divino y lo humano. Por eso me pregunto si un acto punible puede ser “pactado” si el máximo responsable ayuda a desmontar la red organizada de delincuencia.

¿Qué es más importante? ¿Fulminar a un hombre de 85 años y sus hijos, o descubrir realmente y condenar con dureza a todo aquel que se ha lucrado de Cataluña estos años? Ya sé que es una pregunta compleja. Sin los Pujol cooperando la historia difícilmente será conocida. Con los Pujol pactando lo difícil será reconocer al país. Y no sólo CIU tiembla.

Al final pienso en el futuro de nuestros hijos y prefiero que se extirpe la corrupción, caiga quien caiga, aunque ello signifique sacrificar la pieza mayor, Jordi Pujol. Por eso ex molt honorable, por una vez, déjese asesorar y escuche. Analice todo lo que sabe, valore y pacte antes de que ningún acuerdo sea ya imposible. Haga ese acto de dignidad por Cataluña y los catalanes.