La ruleta española
La ruleta española se basa en tentar a la suerte haciendo girar el tambor del revólver del artículo 155 o de la unilateralidad
La primera vez que se cita la ruleta rusa en una obra literaria es Un héroe de nuestro tiempo de Mijail Lermontov. Una sola bala se colocará en el tambor del revólver, se situará en la sien del jugador y se hará girar apretando el gatillo.
Los que apuestan por un jugador ganan si consigue evitar volarse la cabeza en su duelo con la vida. En la obra, el valiente teniente Vúlich se ve desafiado por Pechorin a participar en el macabro juego, consiguiendo sobrevivir.
Sin embargo, lo que siente al ganar, no es la euforia del ganador, sino la turbación por haber sucumbido al frenesí del juego, de la apuesta, del desafío y del azar que lo puede todo. La política española, sometida como toda la política europea a la arrogancia de los extremos, a la inconsciencia de excavar en los anhelos de los votantes para extraer un voto ciego a la razón, avanza, como Vúlich, ansiosa de acercar el revólver a la sien y poner a prueba su suerte.
Una parte del independentismo político espera el retorno al poder del PP
Las próximas elecciones generales tienen el aroma de la fatalidad, dejándose someter a una concepción política de lo inevitable. Dicha concepción se expresa en el oscuro deseo del PP o de Ciudadanos de enredarse en el artículo 155, en el que quedarán cautivos sin que llegue el momento de poder impulsarlo al no tener, previsiblemente, mayoría en el Senado.
La misma fatalidad, esa fuerza misteriosa que marca nuestras decisiones cuando creemos en ella, se observa en una parte del independentismo político que transita en Bruselas y Ginebra y que espera el retorno al poder del PP para poder mantener viva la llama holográfica de la República.
La ruleta española se basa en tentar a la suerte haciendo girar el tambor del revólver del artículo 155 o de la unilateralidad. Una espiral descendente que conduce a perpetuar la idea de la suma cero en la política española y catalana, en la que pierde el oponente es lo que ganamos nosotros y viceversa.
El retorno de la política del buen gobierno
Las actitudes de valentía, arrojo, orgullo y pundonor en defensa de las patrias de los candidatos llevan a los ciudadanos a quedar atrapados en sus oscuros presagios, donde sólo puede haber vencedores o vencidos.
Sin embargo, con sólo alejarse un poco de esta atmósfera crepuscular, nos percatarnos de que las elecciones generales y su segunda vuelta, las municipales, pueden servir para cerrar el paso a los jugadores arrastrados por el frenesí y apoyar el retorno de la política del buen gobierno para encauzar y dar solución a los conflictos.