La revancha
Pedro Sánchez ha encajado tan mal su fracaso electoral en Madrid que se está dejando arrastrar por un revanchismo anacrónico para preparar su próxima campaña electoral
Pedro Sánchez no olvidará fácilmente la derrota electoral de su partido en Madrid que para él supuso una humillación. Ha encajado tan mal su fracaso que se está dejando arrastrar por un afán de revanchismo anacrónico. Lejos de corregir el rumbo, persiste en el error de mantener su cruzada contra el centro derecha, aunque para ello tenga que contradecirse en su desnortada gestión de la pandemia.
Sigue sin reponerse del ‘shock’ electoral y promete venganza contra la ganadora de las elecciones madrileñas. Ha sustituido la foto de Colón por la confrontación directa con Isabel Diaz Ayuso a quien, al darle una proyección mayor que la autonómica, lo único que provoca es un mayor fortalecimiento de quien ha encarnado la oposición a Sánchez desde que empezó la pandemia.
En eso se ha convertido el mal perder del PSOE. Que en vez de intentar atraer los votos que se les han fugado , se revuelven contra el electorado, tan libertino, por haber elegido mal en las urnas. Algo insólito. Una reacción sin precedentes.
Felipe González compareció en la noche electoral de 1996 en la que perdió su hegemonía electoral para reconocer que “nunca una derrota ha sido tan dulce ni una victoria tan amarga”. Y prometió dar “facilidades” al PP de Aznar que había ganado las elecciones con escaso margen de diferencia. Toda una declaración de intenciones. Un estilo del que no queda ya ni el poso desde que el ‘sanchismo’ ha sustituido al PSOE.
Sánchez trata de reconstruirse iniciando una larga campaña electoral
Pedro Sánchez trata de reconstruirse, como hizo después de que sus compañeros del accidentado comité federal de aquel 1 de octubre de 2016, le obligaran a dimitir cuando perdió la votación. Se le están abriendo muchos frentes, después de su cuestionada gestión de la pandemia, del varapalo electoral que sufrió su partido en las elecciones de Madrid y de su negativa a ofrecer un plan alternativo al estado de alarma.
Hasta el punto de conseguir hartar incluso a sus socios de legislatura. Por su dejación y su negligencia. No quiere ni oír hablar de estados de alarma porque prefiere encomendarse a la suerte a ver si la vacunación y la gestión de Fondos europeos funcionan. Unos fondos cuya recepción está intentando negociar al margen del Congreso, por temor a que la falta de apoyos en la cámara retrasen la llegada del maná. Este presidente no se está moviendo con criterios técnicos sino por pulsiones políticas. La opacidad con la que se caracteriza su actuación no es el mejor camino para conseguir apoyos parlamentarios.
Sánchez, esta semana, ya ha dado pistas sobre su plan después de la derrota electoral . No le funcionó el enfrentamiento con el centro derecha en la campaña, pero persiste en mantener el pulso entre los dos gobiernos :la Moncloa y Madrid. De igual a igual ¿Ha empezado ya su campaña para las próximas elecciones legislativas? El aterrizaje de dos ministras, una vicepresidenta y una recién estrenada delegada del gobierno en Madrid desplegando todos sus dardos hacia la diana de Isabel Diaz Ayuso avalan la percepción.
Dos nuevas actrices en la palestra
La exhibición de un estilo tan agresivo y poco diplomático da la medida del nuevo nivel. La ministra de Exteriores, Gonzalez Laya echándole la culpa del veto británico a la presidenta de la comunidad de Madrid. Sin importarle que sus contradicciones quedaran expuestas en sede parlamentaria ¿No habíamos quedado en que es la libertad de movimientos (la que concede Diaz Ayuso) el factor que atrae al turismo?
La elección de la nueva delegada de gobierno, Mercedes González, para que baje al barro a “defender al gobierno” cada vez que el alcalde de Madrid le de “una patada” da la clave del nuevo estilo. A Almeida lo pusieron en su cargo los votantes madrileños mientras que a la delegada del gobierno la ha ubicado Pedro Sánchez. Quizás por eso ella se confundiera en su papel. Que no es la defensa del presidente sino de un gobierno que debería representar a todos los ciudadanos.
La Moncloa se empecina. Serán los nervios. Acaban de comprobar que el ‘antisanchismo’ es ya un factor aglutinador del voto transversal.
La pregunta es : ¿puede durar una campaña de juego sucio durante 32 semanas? ¿Se podrá aguantar dos años de abierta confrontación entre la Moncloa y el gobierno de Madrid? Tanta presión quizá acabe por acortar el tiempo de la legislatura.