La resaca de las andaluzas
Las andaluzas han demostrado pavor a los gobiernos logrados tras un pacto que, de entrada, siempre son mejores, aunque al menos en España, acaban resultando pegajosos
La resaca de las elecciones andaluzas está siendo positiva para el Partido Popular. La tendencia a que las cosas van mejor en la calle Génova no parte de esos resultados. La llegada de Núñez Feijóo ya había generado unas buenas sensaciones que estaban erosionando las expectativas de voto hacia los socialistas.
Hace tiempo que en el Madrid político se comenta que Pedro Sánchez está en retroceso demoscópico y que sus relaciones con los independentistas y la situación de la economía, la deuda española, sobre todo, comienza a debilitarlo en foros empresariales que ven con preocupación la que se viene encima.
Frente a Núñez Feijóo, se sitúa una maquinaria socialista que tiene como metodología no darse por enterada y mantener un discurso que ya no parece conectar con casi nadie, a excepción de los suyos. Un ejemplo fueron las declaraciones poco acertadas de Adriana Lastra, obviando de forma algo ridícula, o muy ridícula, que Moreno Bonilla había conseguido una mayoría absoluta que lo exime de pactar con Vox.
Este es un detalle importante. Tanto avisaron los socialistas sobre que el PP se vería obligado a pactar con la ultraderecha, que el votante, con su papeleta, la eliminó de su elección posible y le dio el respaldo a los que tenían un semblante más tranquilo y centrado.
Las elecciones andaluzas también alertan de que los mensajes reduccionistas, que no sencillos, son rechazados sobre todo por el electorado más informado. Existe un demostrado pavor a los gobiernos logrados tras un pacto que, de entrada, siempre son mejores, aunque al menos en España, acaban resultando pegajosos.
Ejemplo uno: el Gobierno que funciona muy bien, existe colaboración, cercanía e implicación, y acaba finiquitado como se comprueba con la desaparición de Ciudadanos en Andalucía.
La tranquilidad ha vuelto a las filas del PP
Ejemplo dos: el Gobierno que no tiene un discurso único, con empujones entre la coalición, malas prácticas, cero complicidad y el votante acaba alejándose de sus propuestas por el recelo ante las propuestas. En esta situación se encuentra el gobierno Sánchez/Díaz, pero también, por ejemplo, el municipal Colau/Collboni. Uno más tirante que el otro.
Volviendo a la resaca de las andaluzas, el análisis y las conclusiones que se extraen siguen la tendencia, como decíamos, que ya se marcaban con anterioridad: Pedro Sánchez pierde fuelle en la mayoría de las encuestas.
Pacto PSOE-PP
En estas elecciones también se ha producido un detalle interesante. Los dos candidatos, el socialista y el popular, no eran excesivamente dispares. Eso es lo que más llama la atención en otras encuestas donde se pregunta qué coalición vería más acertada para España. Gana por goleada un pacto PSOE/PP. Así que, puestos a elegir en Andalucía, el elector optó por el que ya gobernaba y tema solucionado.
Así que la tranquilidad ha vuelto a las filas del PP. Nada que ver con aquellas tensiones Ayuso/Casado o las ocurridas durante las elecciones en Castilla-León. La figura más pactista de Núñez Feijóo, puesta continuamente en duda por PSOE y Podemos, ha extendido una paz que durará poco, si las municipales y autonómicas del próximo año no dan unos resultados como los de Andalucía, donde se esperaba una mayor complicación marrón: la de tener que pactar con Vox.
El PSOE le hizo el trabajo sucio y así el PP ya no precisará de acuerdos con la extrema derecha. Esa que tanto pusieron en tela de juicio los socialistas, aunque sus diputados aparezcan porque los electores, en una acción ultrademocrática, les den sus votos. Así son las cosas.