La recomposición de la derecha

Casado ha cavado su tumba, pero el PP no está muerto ni mucho menos: la suya es una maquinaria dura, correosa, implacable

Uno de los factores que animan al funambulista Sánchez a seguir con sus equilibrios en la maroma en vez de sentar cabeza, posaderas y extremidades en la estabilidad de un pacto, es la certeza de que nadie, nadie, amenaza su hegemonía sobre el mapa político español.

Nadie a derecha, nadie a izquierda, nadie al centro. Al PSOE le da pereza procurarse socios porque, teniendo a la oposición tan dividida, no siente el temible aliento de la alternancia en el cogote.

La oposición de las tres derechas no tiene ni mayoría ni líder

Rajoy no veía venir el peligro y se llevó una sorpresa mayúscula cuando fue descabalgado sin contemplaciones por una extraña e irrepetible conjunción de votos. Eso, a Sánchez no le va a suceder por la sencilla razón de que no hay alternativa.

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La oposición de las tres derechas no tiene mayoría, pero hay algo aún peor: no tener líder; no saber siquiera quién va a ser el líder de la oposición en el Congreso en el próximo curso.

Con la oposición descabezada y en plena lucha fratricida, el funambulista Sánchez tiene margen de error y seguro anti caídas. Incluso podría, sino repetir elecciones, sí amenazar con liquidar la legislatura a medio mandato e ir luego a por todas.

Las izquierdas tendrán ciertos problemas para entenderse entre ellas

Es descabellado e imprudente, pero menos arriesgado de lo que parece. La escuadra enemiga anda tan dispersa y se apresta con tanto ahínco al intercambio de cañonazos entre PP y C’s que Sánchez puede estar tranquilo.

Lo estará mientras nadie, y para ello se necesita un hércules, consiga hundir al otro, dominar y disciplinar las aguas de la derecha.

Las izquierdas tendrán ciertos problemas para entenderse entre ellas, el PSOE y el independentismo, aún el moderado, tienen la obligación de andar a cara de perro. El primero porque dispone de poco margen para las concesiones.

ERC porque a la que se despista y colabora a la mayoría a cambio de nada o muy poco, será acusada de traición por los puigdemontistas, que sólo así podrían soñar en recuperar la hegemonía post convergente.

Si embargo, por duro que sea conseguir los preceptivos 176 votos favorables, las dificultades del resquebrajado bloque izquierda-soberanismo no son nada comparadas con los enfrentamientos, los motines, los cuchillos largos y el derramamiento de sangre política que esperan a la derecha.

La presidencia de la comunidad está al alcance de Ciudadanos, en parte gracias al transfuguismo

Va a ser terrible. Si alguien lo duda, en pocos días comprobará como empiezan las hostilidades en la triple derecha. Ya casi se oye el fragor de la doble batalla que se prefigura en Madrid, comunidad y consistorio.

En Madrid, el tripartito de derechas suma y sigue. En Madrid, C’s ha adelantado al PP. La presidencia de la comunidad está al alcance de Ciudadanos, en parte gracias al transfuguismo. Tal vez la vara de la alcaldía sea también para el candidato de Rivera.

Aún así, sobre todo si es así, esta victoria, se produzca o no, será sólo el principio de una interminable y durísima pelea entre PP y C’s. Casado ha cavado su tumba, pero el PP no está muerto ni mucho menos.

Por más que vea reducida su estructura –ERO a la vista— y su poder sea menguante, la del PP es una maquinaria dura, correosa, implacable.

Casado ha fracasado. Feijoo tiene trabajo en Galicia, donde el PP también ha sido derrotado por el PSOE. Peor aún para la derecha: Aznar ha fracasado. y no hay otro Aznar a la vista, ni siquiera un Rajoy. De momento, los posibles sucesores son pigmeos políticos.

Tampoco es que Rivera sea un lince, pero lo tiene un poco mejor para intentar la batalla. Pasará tiempo antes de que el PP se vea en condiciones de taponar la hemorragia. El transfuguismo hacia C’s cotizará al alta, etc.

Entre dar la batalla por la hegemonía y la placidez relativa del pacto con Sánchez, Rivera ha optado sin pensárselo dos veces per desobedecer al Ibex, padre y patrón de su partido, y probar la aventura del poder por sí mismo.

Nada de apéndice del PSOE. Nada de estabilidad y pacto de estado. Las bisagras son endebles y efímeras. A por el PP y su espacio se ha dicho.

El poder del nacionalismo

La guerra fratricida del Peloponeso acabó con el poder de los griegos. Los contendientes quedaron exhaustos y a la merced del primero que pasara.

En la reedición de parecidas hostilidades que está a punto de dar comienzo, el tercero en discordia, Vox, no se va a llevar el gato al agua, pero será capaz de impedir el imprescindible viaje al centro y a la moderación de la derecha.

Aunque entre los tres superaran a la suma PSOE-Podemos, La izquierda cuenta en exclusiva con la reserva de una treintena de diputados periféricos con los que ningún amigo de Vox podrá ni siquiera sentarse jamás a negociar nada.

Ante la sangre a borbotones per la derecha, para Sánchez más dulce que la miel según el gran aforismo de Dalí, el ganador de las elecciones debería superar y dejar atrás para siempre su querencia de amante del peligro.

Sánchez podría emponzoñar más el campo de la derecha ofreciendo más poder a C’s que al PP en la mesa del Congreso. Eso es lo que le conviene, no lo que acerca la estabilidad y el sosiego que ha llenado sus urnas.