La puerta de autoridades: diplomáticas contra el soberanismo
No sé si ustedes saben lo que es la sala de autoridades de un aeropuerto. La sala de personalidades o puerta de los vips, es una puerta franca que da a París, a Bruselas o a Nueva York sin imponer controles a quienes la utilizan.
La función para la que fue creada es simple: se trata de que los altos cargos gubernamentales, lo que incluye a los consejeros y presidentes autonómicos, puedan llegar rápido y en forma a una reunión internacional o interna sin necesidad de pasar los engorrosos controles que sufre todo el mundo.
No son los únicos usuarios, pero es lo más usual. En el Aeropuerto de Barcelona quien decide quién puede cruzar o no esa puerta es la delegada del Gobierno de España.
No creo que les descubra nada nuevo si les digo que la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna, está poniendo impedimentos a los consejeros y consejeras catalanas que viajan por el mundo estos días.
Este viernes, además, el Ejecutivo en funciones del PP, muy activo en contra del soberanismo catalán pero absolutamente paralizado en otras cuestiones desde el mes de diciembre del año pasado, trata de contrarrestar los viajes institucionales de la Generalitat por Europa, Estados Unidos y otros países no sólo cerrándoles el acceso a la puerta vip de los aeropuertos, sino con un tour de dos diplomáticas españolas por allí donde pasan el presidente Carles Puigdemont y otros miembros de su Gobierno, entre ellos Raül Romeva i Meritxell Borràs, quienes últimamente han viajado a Roma y París.
La comitiva española estará formada por María Bassols, una catalana de larga trayectoria en la diplomacia española y que despacha directamente con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y la directora del departamento de Asuntos Jurídicos Institucionales de la Presidencia del Gobierno, Cristina Ysasi-Ysasmendi, quien trabaja a las órdenes de otro catalán, Jorge Moragas.
Ellas serán las encargadas de visitar embajadas y consulados «para poner las cosas en su sitio» y la circunspecta delegada Llanos de Luna les abriría la Puerta de autoridades de par en par si tuvieran que viajar desde Barcelona. Podríamos llamarle prevaricación pero dejémoslo en iniquidad de trato.
Según la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, «los presidentes de la Generalitat [Mas y Puigdemont] han salido a explicar cosas que no eran ciertas y es importante que el gobierno español lo aclare». ¿Aclarar qué? ¿Qué les van a explicar esas dos diplomáticas a los altos cargos de otras Estados?
Según parece van a explicarles su versión sobre el conflicto soberanista, según ha reconocido la propia vicepresidenta, con lo que aumentará todavía más el «ruido» que se propone amortiguar con las diplomáticas viajeras.
El Gobierno catalán no se va a dejar amedrentar por lo que haga el Gobierno Rajoy, cuyo prestigio en el mundo es perfectamente descriptible. Se lo digo porque lo sé a ciencia cierta.
El mundo no está esperando a una Cataluña independiente, pero respeta el proceso de movilización democrática soberanista de Cataluña que lleva años en pie de guerra sin ninguna víctima por medio.
Ese es el quid del éxito de la diplomacia informal catalana. En ningún lugar del mundo se considera que lo que pasa en Cataluña es lo mismo que pasó en la ex Yugoslavia en la década de los 90.
Si Bassols y Ysasi-Ysasmendi se dedican a difundir el miedo, su fracaso será doble porque en la sociedad abierta actual, con una información que fluye a raudales, mentir es tanto con admitir el fracaso como gobernarte.
El prestigio de España no lo recuperarán dos simpáticas diplomáticas que vayan propagando por todo el planeta que España está en crisis por culpa de esos malos españoles que se dicen catalanes. Sus interlocutores ya saben quiénes somos y cómo nos comportamos.
Es por eso que no tienen ningún inconveniente en escucharnos y llegar a acuerdos con nuestros representantes políticos, aunque viajen en Economy class y deban descalzarse bajo el arco de seguridad de un aeropuerto.