La promesa de Mas que podría cambiar el tablero
Casi al final del consejo nacional de Convergència, el domingo pasado. Mas ya ha tomado la decisión. El día anterior se ha producido el milagro para el bloque independentista. Mas da un paso al lado, y deja la presidencia de la Generalitat en manos de Carles Puigdemont. Lo explica ante la dirección de su partido, ante los consejeros nacionales. Constata que él se había convertido en un problema, más que en la solución. Todo controlado.
Pero Mas quiere lanzar un mensaje, casi al final. El todavía president en ese momento –en la tarde-noche del domingo se votaba la investidura de Carles Puigdemont– da a entender que hará lo «imposible», como interpretan algunos de los presentes, para que Mariano Rajoy no sea reelegido como presidente del Gobierno.
En el mismo cónclave señala que a Convergència no le conviene «un Gobierno así en Madrid». Y se refiere también al PSOE, pero lo matiza. «Aunque no confiemos en los otros, sabemos en carne propia que un Ejecutivo así –se refiere al del PP– provoca unas tensiones brutales que no permiten ni el diálogo, ni la negociación, ni el acuerdo». Y remacha: «Ni le conviene a Cataluña ni le conviene a España».
Pero, ¿qué podría hacer Mas para impedir esa posibilildad? Convergència tiene ocho diputados en Madrid. Mas se ha visto en numerosas ocasiones con el socialista Miquel Iceta, con quien ha alcanzado una confianza personal importante. Y Mas podría utilizar esos ocho escaños para facilitar la investidura de Pedro Sánchez, una vez se constate que Mariano Rajoy no podrá ser investido.
Ahora bien, ¿puede aceptar Sánchez esos votos? Y segunda cuestión, ¿puede Convergència acercarse a los socialistas, tanto en Madrid como en Barcelona si ha puesto la directa en su plan de «desconexión» con España, con Puigdemont de president?
La política catalana está bloqueada. No tiene salida si el nuevo Govern, cuyos consellers tomaron este jueves posesión de sus cargos, no asume que debe centrarse en gestionar de la mejor manera posible los recursos disponibles, mientras trata de negociar con el gobierno español que se pueda constituir en Madrid. No puede haber otros objetivos, porque son poco realistas.
Si Mas realmente cree que un Gobierno del PP sería lo más perjudicial para Cataluña y el resto de España, Convergència y Esquerra, porque ahora van unidos, deberían asumir la complejidad de la política española y facilitar un cambio político.
El PSOE no puede ir sumando apoyos de partidos que quieren desconectarse, aunque lo puedan decir sólo para lograr una mejor posición de negociación.
Lo que se ha perdido en los últimos años entre Cataluña y el conjunto de España es la lealtad institucional. ¿Quién puede confiar, otra vez, desde Madrid, en Cataluña? ¿Y quién puede confiar desde Barcelona en Madrid?
Ahora es el momento.