La prima se pone a tiro, así que no pierdan la oportunidad…
A la prima se le arrima, y a la prima hermana… de mejor gana. Es lo que dice el dicho popular, el refranero español, pero también una de esas convenciones de la sabiduría popular que hay que tener la capadidad de leer. La prima de riesgo española ha descendido en las últimas horas de los 200 puntos básicos, lo que significa que la diferencia de la deuda española con respecto a la alemana es inferior al 2%.
Dicho esto, muchos economistas, y en especial un empresario cuya advertencia guardo como un recuerdo atesorado bajo mil llaves, aseguraban que cuando la prima de riesgo española descendiera de los 200 puntos (eran tiempos por encima de los 400 puntos) se abriría un nuevo periodo que devolvería a España la concesión de crédito por parte de la banca.
Ojála aquella tesis se cumpla y los bancos, a medida que adquieran el dinero más barato, con menos riesgo, en el exterior sean capaces de devolver a la economía del país lo que le han hurtado desde el hundimiento de Lehman Brothers. Dicho de otro modo, que vuelvan a su espacio natural y lógico que es prestar dinero a quienes lo necesitan, lo acreditan y tienen interés en devolverlo a un precio razonable. Es suficiente para reactivar la economía, sin la efervescencia de los años de bonanza, pero sí con la normalidad y naturalidad propia del sistema.
Por debajo de los 200 puntos de diferencial de la prima de riesgo con Alemania, el crédito es posible. Y ya está bien de que la banca juegue con los ciudadanos. Debemos saber que ese es el umbral a partir del cual el sistema financiero está obligado a contribuir a la sociedad de idéntica manera a la que el conjunto de la ciudadanía contribuye a su enriquecimiento.
Por tanto, vale ya de subterfugios. Vayan al banco y pídanle un crédito. Si la respuesta es negativa la banca española tendrá un problema. Si, por el contrario, se lo conceden, invierta y contribuya a la economía productiva del país. Olvídese de la especulación y el gatillo fácil. Lo que necesitamos son actividades que perduren y generen empleo. Y con la prima de riesgo en esos niveles es lo mínimo que podemos exigir a los bancos que hemos contribuido a salvar.