La políticofobia

Algunos políticos, cuando manipulan la verdad o estimulan la ira en las redes para descalificar al contrario, lo que están alimentando en los ciudadanos es el temor a la política y a la misma existencia de los políticos

Uno de los males de nuestro tiempo es la estrategia del populismo, no confesada públicamente pero sí estimulada a través de actitudes contrarias a la política tradicional, por parte de la izquierda y de la derecha, es señalar la política como un mal al que hay que combatir.

El descontento y la desconfianza de muchos ciudadanos hacia los políticos genera un desapego e indiferencia ante la acción política para mejorar la condiciones de vida de los ciudadanos.

Si sumamos a la visión negativa de los ciudadanos hacia la política, la actitud de los partidos políticos que solo buscan la confrontación política y personal contra sus adversarios, se están poniendo las bases para que éstos pasen de la indiferencia a la políticofobia.

Algunos políticos, cuando manipulan la verdad o estimulan la ira en las redes para descalificar al contrario, lo que están alimentando en los ciudadanos es el temor a la política y a la misma existencia de los políticos.

Los populismos de un signo u otro han ido erosionando las bases de la convivencia política

En los últimos años, cada nueva campaña electoral ha estado teñida de un “guerracivilismo” que ha agotado la capacidad de ilusión de muchos españoles hacia la política.

Desde el año 2011, los populismos de un signo u otro han ido erosionando las bases de la convivencia política, argumentando que la política institucional, la política de Estado, la política de los consensos, acuerdos y diálogo iban en contra de los ciudadanos.

Doce años después, la política española se encuentra atrapada en la estrategia populista de activar los antagonismos replicantes y en la estigmatización del contrario; una estrategia en la que han caído en utilizar la mayoría de fuerzas políticas.

Este proceso de negativización de lo político, basado en convertir el conflicto en el centro de gravedad de la política, acaba alertando a los ciudadanos de que deben evitar verse involucrados en el enfrentamiento que estimulan los partidos, en muchas ocasiones de manera artificial.

Ahora el peligro de que la políticofobia avance en la sociedad es que el PP y el PSOE no consigan separarse de los populismos y utilicen su instrumentalización para ganar las elecciones.