La policía lleva porras y a veces las usa
El trabajo de la policía es lidiar con problemas que requieren el uso de la fuerza
La policía lleva porras
Al socaire del ‘proceso’ –y de otras intervenciones de las Fuerzas y Cuerpos Seguridad del Estado –, los ciudadanos han descubierto que la policía lleva defensas, también conocidas como porras. Han descubierto, igualmente, que en determinadas ocasiones las usan.
Al respecto, el problema del independentismo –también, de muchos progresistas– es la incapacidad para entender que, en un Estado de derecho, el Estado detenta ‘el monopolio de la violencia física legítima’ y es ‘la única fuente del derecho a la violencia’ (Max Weber, La política como vocación, 1919).
Bitter: “ser policía significa estar autorizado para actuar de modo coercitivo cuando fuera necesario”
Cosa que nos lleva a una cuestión de candente actualidad por estos lares: ¿Qué define a la policía? ¿Cuál es el lugar de la fuerza física en la policía? Tema que, desde hace décadas, es objeto de estudio en el ámbito de la criminología y el derecho. Tema que suele incomodar.
En el origen de la cuestión, se encuentra el sociólogo norteamericano Egon Bittner –Aspects of Police Works, 1990-, considerado como un punto de referencia obligado del asunto.
De orientación weberiana, nuestro autor considera que la ‘función nuclear’ de la policía es su ‘capacidad para el uso de la fuerza’. Concreta: la policía es un ‘mecanismo de distribución de la fuerza justificada por la situación’. Una competencia, añade, ‘no compartida con nadie’.
¿La policía? Egon Bittner se muestra rotundo: ser policía ‘significa estar autorizado, y tener la exigencia, de actuar de modo coercitivo cuando fuera necesario, según lo determinado por la evaluación del policía de las condiciones del lugar y del momento’.
Un uso de la fuerza necesaria para la cual la policía está ‘equipada’. Ámbitos de actuación: capturar delincuentes, controlar manifestaciones multitudinarias, mantenimiento del orden o aplicación de la ley.
Merece la pena señalar un detalle que resaltan los intérpretes del norteamericano: el trabajo de la policía no es el uso de la fuerza en sí para resolver un problema, sino el de lidiar con problemas que requieren el uso de la fuerza. El ‘mínimo invitable’ de la misma.
A partir del modelo coercitivo de Egon Bittner, apologetas y críticos han formulado diversas teorías que hablan de la acción policial como cirugía social, como reproducción del orden simbólico, como obediencia a la justicia o como trabajo que colabora en la construcción de un mundo mejor.
La policía lleva porras y a veces las usa
Por ejempo, en Cataluña. Ante el incumplimiento coactivo y vehemente de las resoluciones judiciales, el intento de asalto del Parlamento, el hostigamiento a la Jefatura Superior de Policía, el lanzamiento de artefactos contra las Fuerzas del Orden del Público, la agresión a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Hechos: piedras, vallas y botes de pintura, huevos y escupitajos, incendio de contenedores, tumultos, ocupación de estaciones de ferrocarril, corte y sabotaje de autopistas, carreteras y vías férreas, quema de neumáticos, altercados y enfrentamientos.
¿Se extralimita la policía? Para eso está –grandeza de la democracia- la ley y la justicia. También, cuando la policia sufre la hostilidad –organizada, sistemática y continuada– de una masa tumultuaria que impide el cumplimiento de la ley.
Coda
Hans Kelsen: “Si la sociedad y el Estado han de existir, se precisa que exista un orden obligatorio para la conducta recíproca de los hombres y, por consiguiente, una autoridad… una democracia sin control será siempre insostenible… la policía democrática… hace cumplir la ley… un acto de manifestación de la voluntad colectiva” (Esencia y valor de la democracia, 1920).