La Plaza | Cayetana Álvarez de Toledo o la mujer de verde
La salida de Cayetana Álvarez de Toledo del PP muestra una vez más que los partidos políticos españoles no soportan la disidencia
No por esperada la noticia del cese de Álvarez de Toledo, el hecho ha dejado de sorprender. No podía ser de otra manera. Genio y figura… hasta en el momento de ser expulsada del sanedrín popular. Cayetana respondió al cese decretado por Pablo Casado con gallardía y reiteración en sus argumentos. Ni una cesión. Reveló punto por punto su conversación con el máximo dirigente del PP y contestó cada uno de los motivos aducidos por éste para justificar su cese.
Se puede estar de acuerdo o no con las ideas de la ya ex portavoz del PP en el Congreso, se puede defender o no su encaje en el cargo en concreto del que ha sido relevada, pero es difícil discutir la capacidad política, la visión, la determinación, la inteligencia dialéctica de esta mujer, rara avis en el panorama político español.
Ciertamente, debe ser difícil de asimilar para un hombre como Casado, al que hasta sus próximos reconocen que le falta aún un hervor, que una persona en teoría bajo su autoridad le esté dictando día sí día también la estrategia política y que sus intervenciones parlamentarias multipliquen el eco de las propuestas oficialistas que se lanzan desde la dirección del PP, pero algún defecto de fábrica tienen nuestros partidos políticos cuando son incapaces de asimilar en su estructura personajes de una valía como la demostrada por Cayetana Álvarez de Toledo.
Los partidos españoles no saben sacar valor a la disidencia, no la soportan, la expulsan como a un cuerpo extraño, cuando correctamente administrada es una generadora de debate y por tanto de riqueza en el acervo político de las siglas que sean. No lo ha sabido hacer el PP. Sánchez se aprestó tras su triunfo a vaciar de competencias el Comité Federal, el único órgano que podía ejercer algún contrapoder. Y de Podemos no hace falta hablar mucho: aquellos que venían a transgredir las viejas estructuras partidistas, han acabado en unos pocos años por parapetarse en órganos de palmeros tras expulsar a todos los que no se adhirieron sin fisuras al poder de Iglesias: Errejón, Bescansa, Espinar, Alegre…
Sin disidencia política interna, el relevo no se produce por meritocracia sino por puro clientelismo, y así las cúpulas de los partidos actuales están llenas, en general, de personas que han ido escalando desde las posiciones más básicas sin otro mérito que su adhesión inquebrantable al líder de turno.
El cese de Cayetana nos debería hacer reflexionar, no por su oportunidad sino por lo que significa. Casado tiene, por supuesto, todo el derecho a escoger el portavoz que mejor represente las ideas del partido que dirige y no a alguien imprevisible, que no responde a otra disciplina que a la que ella misma se ha marcado. Pero Casado debería intentar que Álvarez de Toledo continuara siendo un activo importante del partido y no simplemente otra figura más triturada por la dinámica partidista.
Puestos a buscar en nuestra cultura musical, hemos encontrado para poner el punto final a este episodio de La Plaza, en el que han participado Xavier Alegret y Cristina Triana, una canción del grupo navarro Izal: La mujer de verde, que a nosotros nos sonaba a interrogarnos sobre qué ocurriría si el miedo y la mediocridad ganasen a las ideas valientes. Por poner una canción, simplemente.
…¿Qué sucederá cuando las balas no reboten
Y los malos sean más fuertes
Y volar no sea tan fácil
Y conozcan nuestros planes?