La pequeña empresa, o la pérdida del reino por un clavo
El cierre de una pyme no es noticia, pero ¿sólo es importante lo que es noticia? Sería un grave error pensar que los problemas de las miles de pequeñas empresas no son importantes.
Me gustaría recordar una antigua metáfora cuya enseñanza es que no hay problema pequeño y que no siempre sólo es importante lo que es noticia: “Por culpa de un clavo, se perdió la herradura. Por culpa de la herradura se perdió el caballo. Por culpa del caballo, se perdió el jinete. Por culpa del jinete, se perdió el mensaje. Por culpa del mensaje, se perdió la batalla. Por culpa de la batalla, se perdió el reino”
Según el Directorio Central de Empresas (DIRCE), a 1 de enero de 2011 había en España 3.246.986 empresas, de las cuales el 95% tiene menos de 10 empleados –en términos europeos se denominarían microempresas–, que representan el 31,6% del empleo privado de nuestro país, ósea, dan trabajo a cerca de cinco millones de personas.
Este es un dato muy relevante en cualquier análisis económico, laboral, industrial y sindical, que se obvia no pocas veces. Es un elemento tan determinante para nuestra realidad económica y social como el hecho de que otro 17,4 % trabaje en empresas de 10 a 49 empleados.
Así qué el 50% de nuestro empleo está en la pequeñas empresas, un hecho que no debería ser olvidado a la hora de diseñar nuestras políticas de formación, de innovación o internacionalización, ni tampoco a la hora de copiar de otros país con realidades muy distintas a la nuestra por la fuerte presencia y el peso de sus grandes empresas y multinacionales.
Esta es nuestra realidad, y así será, nos guste o no, durante muchos años si observamos las dificultades que siguen existiendo para construir alianzas empresariales y cooperación entre empresas. La pregunta está en saber si toda la dimensión económica y de empleo que representa la pequeña empresa está debidamente reflejada en las prioridades de la acción política, economía y social, si está suficientemente presente en el pensamiento de los distintos gobiernos, de las instituciones públicas y privadas e incluso si está suficientemente presente en el pensamiento de los agentes sociales.
Y podemos respondernos que no, que en muchas ocasiones la pequeña empresa es un sujeto sin voz, cuando no un objeto de la demagogia en beneficio de las grandes corporaciones empresariales y los grandes capitales para defender sus intereses: fiscales, financieros, costes energéticos o leyes laborales.
Todos los días vemos como se presenta en múltiples foros la opinión y las propuestas de las grandes compañías eléctricas, los grandes bancos, las grandes constructoras, las operadoras de telecomunicación, las grandes ingenierías o las grandes cadenas de distribución.
Estos son los protagonistas de la gestación de la reforma bancaria, el déficit tarifario, los horarios comerciales, las inversiones en infraestructuras e incluso de la reforma laboral, que ha sido descaradamente dictada a medida de los intereses de la gran empresa y de las administraciones públicas para facilitar los despidos masivos como estamos viendo día a día, al tiempo que quedan sin atender de verdad las particularidades, que son muchas, de las relaciones laborales en las pequeñas empresas.
Y más aún cuando el verdadero reto al que nos enfrentamos hoy para salir de la grave situación de crisis que padecemos, reside en modernizar nuestro tejido productivo. Un reto imposible de conseguir si no se corrige la falta de crédito que padece la inmensa mayoría de las pequeñas empresas innovadoras. Es urgente garantizar el apoyo a la financiación de aquellas actividades avanzadas y con mercados en expansión.
Como también es urgente que las grandes empresas y las grandes corporaciones comprometan sus muchas capacidades en apoyar y ayudar a las empresas jóvenes, que ejerciendo su responsabilidad social, impulsen y estimulen la investigación, la astucia y el desarrollo de las pequeñas empresas, prestándoles su ayuda tecnológica y financiera.
Es necesario también que la sociedad exija a las grandes empresas que ejerzan de tractor y acicate de las miles de pequeñas empresas que generan esas innovaciones, que son la mayoría de las veces las que cambian la forma de operar de las grandes empresas de todo el mundo.
Cuidemos las pequeñas empresas, aunque no generen noticias, porque de ellas depende nuestro presente y futuro, como del clavo dependió el reino de la metáfora.
Joaquim González Muntadas es Secretario General de FITEQA CCOO