La originalidad de «Carmina o revienta» no está en su título

Cuando vi el anuncio de la película, la primera dirigida por Paco León, pensé que se trataba de un Torrente en versión femenina. No le habría hecho más caso. Pero lo que he conocido después me ha hecho dedicarle un artículo.

Muy a menudo, cuando queremos que alguien nos compre algo, nos obsesionamos en la calidad del producto y le dedicamos el 90% del esfuerzo. Los que van algo más allá, se concentran, además, en el público a quién va destinado y el uso que le dará. Pero la mayoría se queda aquí. Es difícil encontrar innovaciones. Como que soy de los que pienso que casi todo está inventado, realmente hay pocas cosas que me sorprendan.

La película de la que hablo hoy lo ha hecho. Es la historia de una mujer de 58 años que regenta una tienda de productos ibéricos en Sevilla y, cansada de sufrir robos, idea un plan para recuperar lo que ha perdido. La sorpresa no proviene de la calidad del film ni tampoco del argumento (todavía no la he visto). Tampoco es el posible uso que yo pueda sacar (desde que tengo una hija de pocos meses, el entretenimiento está asegurado, día y noche!). La novedad no recae sólo en el canal de distribución. Es el tempo de esta distribución. Hasta ahora, las películas se estrenaban en las salas de cine, después se distribuían en DVD y, finalmente, se permitía alquilarlas a las plataformas de televisión de pago. Pero Carmina o revienta no. Lo hace todo a la vez. Y, al parecer, no le va mal. Según he comprobado, es la primera película en los rankings de FNAC DVD (5,99 Eur), iTunes (3,99 Eur) y, en general, tiene unos buenos resultados económicos.

Es una estrategia similar a la que ha seguido la maestra Núria Fusté. Esta profesora de una escuela concertada de enseñanza secundaria se quedó sin trabajo el junio pasado. Enseguida empezó a buscar, pero de una manera diferente: hizo un vídeocurrículum. ¿Es sorprendente? No. La forma en la que hizo el videocurriculum es la novedad. A través de una receta de cocina y sin que su rostro aparezca ni una sola vez, Núria explica sus valores, su forma de entender la educación y qué puede aportar en la escuela que decida contratarla. De su vídeo se han hecho eco varios medios y ahora mismo ya tiene 85.000 visitas (en sólo 16 días), ya ha tenido algunas entrevistas y es posible que cuente con alguna oferta de trabajo en firme.

El éxito de ambas propuestas tendría que hacer pensar a mucha gente que, como yo mismo, piensa que todo ya está inventado.

Cuando cerraron Megaupload se abrió una puerta en la que unos cuantos internautas acostumbrados a ver películas a través de Internet se subscribieran a un servicio legal de visionado de películas on line. Pero nadie la aprovechó. En lugar de ello, han vuelto los sistemas peer to peer al estilo de Napster o Emule y se cuelan por la ventana un montón de servidores igual de piratas que hacen su negocio con la publicidad que generan los clics de tanta gente sedienta de contenido audiovisual. Carmina o revienta se pone al alcance de todos los públicos y al precio que el consumidor está dispuesto a pagar a en cada uno de ellos.

Los vídeocurrículums son una nueva forma de venderse. Las ventajas son la superioridad comunicativa del medio audiovisual sobre el escrito y más información (no verbal) disponible. A esto se añade que el consumo de vídeos incrementa con la proliferación de los smartphones. De esto, Núria ha sacado provecho. Utilizando esta palanca ha conseguido su objetivo: resaltar su potencial.

Una cosa similar pasó con la industria de la música. Primero, iTunes vendió las canciones por separado. Después vino el turno de Spotify, que revolucionó el sector. No fueron Sony, ni EMI. Fue un fabricante de ordenadores y dos suecos que no tenían ninguna relación con el mundo musical.

Me asegura un experto que es habitual que las innovaciones no provengan nunca del propio sector. Entonces, la pregunta es sencilla: ¿quién revolucionará el mundo del vídeo en Internet? ¿Quién será capaz de innovar el mercado de trabajo para que cada candidato muestre su potencial y cada organización pueda escoger la persona más adecuada?

Tenemos muchos motivos de queja, pero si todos los que se dedican a quejarse usaran la misma energía para innovar y romper moldes (cono la Núria y Paco) seguramente nos iría mucho mejor. Como el argumento del libro: ¿Quién se ha llevado mi queso?. Espero verlo pronto.