La operación independentista
La mejor forma de premiar el esfuerzo de ERC para abrir la vía del diálogo es que nadie tenga duda de que el PSOE no le debe nada
Que los resultados de ERC son buenos, muy buenos, nadie lo puede discutir; que los de Junts per Cataluña son aceptables, aun perdiendo un diputado, también es poco discutible. Nadie podría haber imaginado que, con un programa tan nimio y emocional, se pudieran conseguir tantos escaños, quince para ERC y siete para Junts per Cataluña.
Son resultados tan positivos para la Catalunya endins como improductivos para la Catalunya enfora. De hecho, dependiendo de cómo gestione Pedro Sánchez su investidura, poco pueden hacer los partidos independentistas para evitar o dificultar el acceso a la presidencia del gobierno del PSOE.
Este buen resultado de ERC tampoco servirá mucho al partido si Sánchez no tiene intención de contar con ellos
La operación independentista recuerda, bien con otros objetivos, a la operación reformista de Miquel Roca y Jordi Pujol. Entonces pretendían gobernar España; ahora pretenden romperla.
Entonces, la operación reformista supuso conseguir el mejor resultado de CiU en Cataluña, alcanzando a tener dieciocho escaños, pero también el fracaso en el resto de España, ya que la victoria de Felipe González, con ciento ochenta y cuatro escaños, representó obtener la mayoría absoluta en el estado español.
Nunca tantos escaños de CIU tuvieron tan poco peso a la hora de conformar el futuro gobierno de España. En 1986, CIU consiguió 1.014.258 votos; hoy, ERC ha logrado, con más participación ciudadana, 1.015.355 votos.
El PSOE tiene ahora en sus manos la opción de evitar que el independentismo genere dudas sobre la legitimidad de su gobierno
Este buen resultado de ERC tampoco servirá mucho al partido si Sánchez no tiene intención de contar con ellos. Mientras la operación reformista buscaba, desde Cataluña, hacer viable un catalanismo político en Madrid, ahora ERC tiene como objetivo volver a ser un partido necesario para la gobernabilidad de España.
Los resultados son muy positivos para sus aspiraciones en Cataluña, pero no lo son para las que tenían fuera de ella, al no ser imprescindibles para determinar el Gobierno de España. El PSOE tiene ahora en sus manos la opción de evitar que el independentismo genere dudas sobre la legitimidad de su gobierno.
La mejor forma de premiar el esfuerzo de ERC para abrir la vía del diálogo es que nadie tenga la mínima duda de que el PSOE nada le debe al partido independentista catalán. La única forma de que ERC pueda asumir el rol de un partido con voluntad de hacer política en Madrid y ser operativo es tener que negociar cuestiones concretas y posibles, realidad muy distinta a la que se hubiera dado si hubieran tenido la llave del gobierno.
La necesidad de proponer soluciones viables
Si la hubieran alcanzado, ahora ya estaríamos hablando de todo menos de la gobernabilidad de España.
Si las fuerzas políticas evitan el autoengaño, la operación independentista debería servir para darse cuenta de que su fuerza, no sólo depende de votos y escaños, sino de conseguir hacerse valedores de la confianza de los ciudadanos, ser capaces de proponer soluciones viables, de generar estabilidad, de cumplir con los compromisos y, sobre todo, de no cambiar de opinión en base a lo que piensa su electorado.
La operación independentista en España ha derrotado a la derecha pero ha naufragado frente a la corriente de los moderados, que son a los que realmente siempre han temido.