La ocasión perdida y las espadas de Sánchez, Iglesias y Rivera

‘Un hombre del reino de Chu cruzaba un río cuando se le cayó la espada al agua. Al momento hizo una marca en el lado de la barca por donde se le había caído. ‘- Aquí fue donde cayó mi espada-‘ se dijo. Cuando atracó en el puerto, se sumergió en el agua para buscarla en el punto que había marcado. ‘-Ahora no está! ¿cómo es posible?-‘. El hombre se fue muy frustrado pensando cómo no podía encontrarla si la había buscado precisamente en el lugar de la barca donde había caído’.

Esta metáfora se usa en las mesas de negociación cuando se quiere trasladar o advertir a la otra parte que es necesario tomar una decisión o que es hora de llegar a un acuerdo. Las oportunidades pasan y las circunstancias, con el tiempo se modifican, pues la realidad no suele esperar a que tengamos las evidencias y seguridades para decidir que no existe riesgo o peligro de desgaste por no haber conseguido  el cien por cien de nuestras expectativas.

La referencia al hombre y su espada viene al caso de «los tiempos» en la toma de decisión y las ocasiones perdidas en una negociación, como cuando escuchamos y leemos a tantos responsables políticos, comentaristas y personas que expresan su decepción por el resultado de las últimas elecciones del 26 Junio.

Un resultado que, se mire por donde se mire, fue especialmente negativo para quienes vimos el resultado del 20D como la esperanza de mover a nuestro país hacia un cambio que nos abriera una nueva etapa política. Una nueva etapa que, pongamos el título que queramos, más decente, más equilibrada, más social, más abierta etc… pues vimos que además de necesario, el cambio era del todo posible. 

Fue un error que se podía evitar provocar unas nuevas elecciones, esa «segunda vuelta» como la calificaron en Podemos. Un error y un fracaso total y absoluto para la izquierda, al resultar tras las nuevas elecciones, como era más que previsible, la evidente mejora del Partido Popular y la recuperación de su iniciativa y protagonismo político. 

Ahora, para corregir el error y evitar el gobierno de Mariano Rajoy, más desde la melancolía que provoca la ocasión perdida que desde el convencimiento de sus posibilidades reales, se proponen soluciones y alternativas muy parecidas a aquella que se dejó perder en el mes de marzo. Oímos preguntarse, como al guerrero de la barca cuando fue a buscar la espada: ¿por qué ahora no es posible aquella solución de hace tan sólo unos meses? ¿por qué, lo que ayer podía ser, hoy ya no  es posible? Pues porque pasó la oportunidad, sólo hay que ver las respuestas cruzadas y vetos que están imposibilitando cualquier solución.

A lo que deberíamos volver a preguntarnos ¿qué pasa en nuestra particular cultura política? y ¿qué hace que el acuerdo sea una excepción que siempre genera decepciones y rupturas en las organizaciones, mientras el enfrentamiento, la confrontación y el enemigo externo siguen siendo el preciado bálsamo para la cohesión interna y aparente firmeza cuando, a veces, no es más que disimulo y miedo a compartir riesgos y también soluciones?

Algo tendrá que cambiar, ya que es difícil imaginar una solución a los problemas que se deben afrontar con solidaridad, diálogo y suma de esfuerzos. Si se mantiene la actual mirada desde los anteojos del sectarismo que paraliza la inteligencia política e impide la modestia necesaria para ejercer la función de representantes políticos, ¿cuántas elecciones tendremos que repetir para aprender que la democracia es el equilibrio entre cooperación y competencia, y que los ideales expresan lo que queremos ser, pero al final son siempre los compromisos los que verdaderamente expresan lo que somos?

No sabemos si habrá o no nuevas elecciones, creo sinceramente que ninguno de los líderes políticos lo saben. Ni cuándo finalizará este juego de «Política de la Señorita Pepis» que la mayoría del electorado está contemplando atónito. De todas formas, esperemos que no tarden mucho en aprender de ese aforismo tan presente en el mundo sindical que dice: «muchos se contentan con una victoria cuando podrían conseguir algo mucho mejor que es un acuerdo». Los votos y el tiempo nos lo dirán.