La musa trágica
La política catalana ha sido construida bajo la inspiración de la musa independentista, a la que se apela para justificar cualquier error
Durante estos últimos años, la construcción política en Cataluña parece haberse inspirado bajo el influjo de una musa trágica.
Se dice que aquellos hombres y mujeres que pintaron las antiguas cuevas de Altamira y de Lascaux, con excrementos primero y con pinturas después, lo hicieron sometidos a las implacables leyes que marcaban entonces los espíritus, las musas o las criaturas de la noche.
De la misma manera, la política catalana ha sido construida bajo la inspiración de la musa independentista. Aquellos que han entrado en contacto con su poder de seducción advierten ahora los peligros que tiene seguir haciendo política de la mano de la inspiración.
Solo podemos pensar que es fruto de una inspiración que la portavoz del Govern de la Generalitat pueda plantear que no se podrán realizar las elecciones el 14 de febrero por culpa de la Covid-19, cuando se ha iniciado el camino de la desescalada y la flexibilización de las medias de confinamiento.
Es también fruto de la inspiración política que, refiriéndonos al vicepresidente en funciones del Govern, Pere Aragonés, tengamos que definir su cargo como vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, consejero de Hacienda y asuma las funciones de la Presidencia de la Generalitat tras la inhabilitación de Quim Torra.
Sin embargo, lo que sigue causando asombro no son comentarios o decisiones que solo pueden ser producto de la inspiración, sino que se siga apelando a la musa independentista para justificar cualquier error político.
El independentismo político actúa como si hubiera soñado el conflicto que ahora quiere solucionar
Nos encontramos ante el momento previo al despertar independentista, muy parecido a cuando uno abre los ojos y advierte que lo vivido ha sido soñado.
Es ese primer momento de asombro al despertar del sueño, seguido de un cierta confusión para distinguir entre el plano real y el plano soñado, el esfuerzo para intentar recordar el sueño y que éste no se desvanezca y la necesidad de explicar a otra persona ese sueño casi real y perturbador.
No es que el independentismo sea un sueño y que la gente que aspira a lograrlo viva presa en un mundo irreal, sino que el independentismo político actúa como si hubiera soñado el conflicto con España que ahora quiere solucionar.
Aquí radica la sorpresa de los votantes independentistas, cuando advierten que sus políticos han construido sus estrategias influidos más por las musas que por su talento. Ven con perplejidad que toda la política catalana se ajusta a las necesidades de la política española.
Y lo más sorprendente es que todos los partidos independentistas, excepto la CUP, son defensores de la tercera vía que siempre ha defendido el PSC. La musa trágica es aquella que sabe que, en cualquier momento, puede desaparecer.