La Mondragón, un hecho diferencial y no catalán

No sé si al lector o lectora le habrá pasado desapercibida la noticia hace unas semanas en la que se informaba que el Congreso Cooperativo del Grupo Empresarial Mondragón decidió aprobar un Fondo de Reestructuración y Empleo Societario dotado con 70 millones de euros para afrontar la crisis e impulsar la reestructuración de la empresa Fagor. Lo relevante de la noticia no es que la empresa esté pasando una crisis, como la mayoría de las de su sector, y que precise una reestructuración para atender a la mejora de sus productos, de sus precios o de su comercialización, y con ello de su competitividad. Lo aleccionador, por no decir lo particular, es cómo se afronta esta reconversión, que empieza con el esfuerzo del conjunto del Grupo Empresarial del que forma parte Fagor, y muy especialmente, porque se afronta confirmando que las personas son su principal valor y por ello se han buscado fórmulas que mantengan el empleo.

Esta noticia sirve para situar que cuando se hace referencia al déficit de inversiones del Estado, o se debate sobre las balanzas fiscales, uno de los argumentos recurrentes es comparar las diferencias, que son muchas y muy significativas, que existen entre Catalunya y Euskadi en materia formativa, calidad del empleo, I D i, formación profesional, desempleo o incluso en relación con el fracaso escolar. En todos estos parámetros Catalunya sale perjudicada de manera muy significativa en la comparación. Esta es una verdad irrefutable.

Cuando intentamos explicar las razones de estas diferencias, entramos en el terreno de las opiniones. Es común oír en las opciones nacionalistas, que la razón es esencial y principalmente por los mayores recursos presupuestarios de Euskadi, proporcionados por el sistema fiscal contemplado en su particular Concierto Económico, sin lugar a dudas, más beneficioso para esta Comunidad al aportar menos, por no decir prácticamente nada, a la caja común del Estado, a diferencia clara del esfuerzo solidario de Catalunya.

Querer explicar las muy importantes diferencias mencionadas entre las dos comunidades sólo desde la diferencia fiscal, nos puede hacer perder la posibilidad de aprender de las fortalezas de la economía y de la sociedad vasca, que van mucho más allá de sus ventajas fiscales. Unas ventajas, insisto, que son evidentes y nada despreciables a la hora de explicar la diferencia, a favor de Euskadi, de calidad de algunos servicios o prestaciones.

Pero la diferencia más determinante, la que de verdad marca una diferencia difícil de recuperar, la encontraremos en el peso y papel que en cada comunidad tiene la industria y desde ella el protagonismo de las pequeñas y medianas empresas industriales. Ahí está la diferencia más relevante entre Euskadi y Catalunya. Sería conveniente que en Catalunya se analizara qué se ha hecho de aquel tejido industrial de antaño, y sobre todo dónde están los grandes grupos industriales de capital catalán. Mejor no pasamos lista para no sonrojarnos.

Y es ahí, a la hora de ver quién lidera la economía, donde encontraremos la mayor diferencia en Catalunya. La Caixa es sin duda un ejemplo de buen gobierno y seguro que de buena gestión financiera con participaciones en importantes empresas, muchas con precios regulados y de dominio del mercado. Pero en Euskadi su líder es la Corporación Mondragón, un fenómeno económico y social, extrañamente poco estudiado en nuestro país y mucho en las principales escuelas de negocios, como una realidad con mucho que aprender de su éxito, de su expansión, de sus formas de gestión y de su influencia en la comunidad.

Mondragón es líder de la economía vasca, con sus 83.000 puestos de trabajo, que se han mantenido durante este periodo de crisis, de los cuales el 82% son socios; con sus 32.000 millones de euros de activo, sus 14 centros de I D i de alto nivel con un presupuesto de 61,5 millones de euros y sus 1.900 investigadores; 9.500 alumnos en centros educativos, con 60 certificaciones ISO 14000 vigentes, o su universidad propia.

Este liderazgo es también una de las razones, y creo que muy importante, que explican muchas de las diferencias entre las dos comunidades, una razón que muchos de nuestros conciudadanos no quieren ver porque prefieren o precisan buscar todas las razones fuera de nuestra realidad, porque así la solución es más fácil porque sólo depende de una votación y de las papeletas que salgan mayoritarias. No me dirán que no es más fácil que respondernos tantas preguntas incómodas relacionadas con las prioridades políticas que hemos mantenido en las últimas décadas en industria, formación profesional, alianzas empresariales, educación, universidades, o dónde está el Grupo Mondragón catalán. Y donde están, y las que están cómo están, las grandes nuestras empresas industriales.