La medalla injustificada de Rajoy
No es oficial pero ya estamos en campaña electoral. Luis de Guindos va a la Fundación Rafael del Pino a contar lo estupendamente que se ha gestionado la crisis y cierra el acto Mariano Rajoy. No es casualidad. También el Banco de España, ese del que se dice que es independiente, saca una nota informando acerca de las ayudas públicas en el proceso de reestructuración del sistema bancario español.
El que la banca se viera tan tocada se debió a que parte de ella, en concreto las entidades públicas, las cajas de ahorro, estaban inundadas de activos «problemáticos». El gobierno de entonces tomó una serie de medidas que no fueron suficientes y consideró adecuado recurrir a la Unión Europea. Dicho y hecho. Así que ahora, cuatro años después, toca seguir rindiendo cuentas.
Y los resultados no son buenos. Se logró el objetivo inmediato: el acceso al mercado financiero en mejores condiciones, aumentar la flexibilidad del sector a largo plazo, sacar del atolladero a las cajas. Pero, puesto que no fue un rescate estrictamente, porque no es una «donación», sino que hay que recuperar lo que se ha aportado, es importante si de momento la solución está siendo rentable. Y no. Desde un punto de vista técnico, la estructuración de las ayudas, la elección de los mecanismos, y la temporalidad se ha realizado con una precisión de cirujano. Pero no se está recuperando el dinero que se inyectó mediante ese complejo mecanismo de recapitalizaciones, inyecciones del FROB, creación de la Sareb, avales y garantías, etc.
Pero hay otro punto en el nadie parece reparar. Entre los requerimientos del famoso MoU (Memorandum of Understanding) firmado por el gobierno, éste se comprometía a mejorar el sistema tributario para que fuera más propicio para el crecimiento. ¿Qué hay de eso? También se comprometía a abordar el lastre del déficit tarifario en la electricidad de forma global ¿Qué hay de esto otro?
Se demandaban soluciones al problema del mercado de trabajo. Miren la cifra de desempleo. Y, finalmente, se pedía que erradicaran los obstáculos a la actividad empresarial. ¿Alguien sabe algo del tema? Ni que decir tiene que en el primer párrafo del documento, España se comprometía a cumplir con el Programa de Déficit Excesivo. Y en el epígrafe correspondiente a la garantía de un marco sólido para el sector bancario se hacía hincapié en la independencia del Banco de España y en la transparencia para fomentar la confianza en el sector bancario español. Nada de nada.
El griterío en redes y periódicos porque apenas se ha recuperado el 5% de las ayudas me parece quedarse en la superficie y no entrar a fondo en la chicha del asunto. En primer lugar, hay que seguir diciendo bien alto que las cajas de ahorro no son ni fueron nunca bancos comerciales privados. Es decir, nacionalizar la banca no es coherente con la crítica a la gestión de las cajas. Apoyarse en el «ahora sí que se va a hacer bien» cuando se juega con los ahorros de la gente es muy imprudente, visto lo visto.
En segundo lugar, como explica Domingo Soriano en Libertad Digital, la mala praxis que ha llevado a algunos actores de esta tragedia a los tribunales no está relacionada con la recuperación de la ayuda financiera europea. Serán unos mangantes, pero esa no es la razón de que solo se haya recuperado un 5% de lo aportado, la razón es que el roto era mucho más profundo de lo que la gente piensa.
El peso de las cajas y el efecto en términos de pérdida de confianza, desaceleración, etc., ha sido determinante. Y eso, recordemos, viene de la mano de todos los partidos políticos que han hecho de las cajas su chiringuito particular. Y, finalmente, hay más cosas además del dinero. No estamos cumpliendo con aquellos requisitos que van encaminados al fortalecimiento de nuestra economía. Y el verdadero ombligo del problema es que ante un shock, nuestra economía no mostró capacidad de recuperación por las debilidades inherentes al sistema. Somos dependientes de lo que sobrevenga y sabemos que no estamos preparados. Todo bien.