La mayoría silenciosa no pinta nada
Sorprende la ignorancia que exhiben sin pudor alguno destacados tertulianos y algunos dirigentes de primera fila de este Estado en el que nos ha tocado vivir. Una mayoría silenciosa no consigue nada porque no se expresa. Una mayoría que calla y acepta los hechos en silencio, no pinta nada, ni lidera nada. Una mayoría que no consigue manifestarse, ni a favor ni en contra de nada, es una mayoría irrelevante.
A pesar del que yo lo considero una evidencia, quiero fundamentar científicamente mi afirmación: según la teoría sobre la Difusión de la Innovación (Everett Rogers, 1962) los consumidores de un mercado se pueden clasificar según su actitud ante una idea, práctica u objeto que es percibida por un individuo como nueva.
En toda sociedad hay una minoría muy pequeña de individuos (Everett habla de un 2,5%) que podemos llamar innovadores. Estas personas son los que pasan la noche a las puertas de las tiendas de Apple el día antes de que salga cada nueva versión del iPhone.
La siguiente franja de población, un 13,5%, son los primeros seguidores (early adopters) que están atentos a todo lo que pasa en el mercado y los podemos reconocer porque son capaces de pasarse cuatro horas en una tienda de Apple probando todas las funcionalidades del nuevo iPad antes de tomar la decisión de comprarlo.
Los que vienen por detrás, un 34%, son la mayoría precoz (early majority). Después viene la mayoría tardía (late majority), con otro 34%, y los que faltan son los atrasados (laggards), que son un 16% de la población. La única razón por la que los atrasados se compran un teléfono móvil es por si un día se quedan tirados en la carretera y tienen que llamar a una grúa.
Existe una masa crítica formada por estos dos grupos iniciales (2,5% 13,5%) que constituye la barrera a partir de la cual un producto acontece un éxito o un rotundo fracaso. El caso del iPad me sirve mucho como ejemplo porque es un producto que tres años atrás ni estaba ni se lo esperaba. Entonces, ¿qué ha pasado en poco más de dos años para que haya llegado a una cuota del 70% del mercado de tablets y este año ya haya superado en ventas a los notebooks?
Pues lo que ha ocurrido es que a partir del 3 de abril de 2010 una pandilla de frikis (2,5%) empezó a comprar frenéticamente el iPad. Pocos meses después lo adquirieron los early adopters, un grupo de gente a quien les parecía un aparato interesante. Hasta aquel momento, una mayoría silenciosa del 84% ni siquiera se había pronunciado (34% mayoría precoz 34% mayoría tardía 16% atrasados).
Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Cómo es que esta mayoría no ha impuesto su silencio? Pues porque un vez superada la masa crítica, la mayoría precoz empezará a comprarlo, a regalarlo o a incorporarlo como herramienta de empresa y en esos momentos ya ha llegado a una gran parte de la mayoría tardía.
Y esto es así porque en todos los mercados, en el de las ideas también, hay una mayoría silenciosa que no se moviliza ni en contra ni a favor de nada. Simplemente esperan, observan y si algo va bien, acaban comprándolo y adaptándolo a su vida. No son locos, tampoco son tontos. Si algo funciona, lo hacen suyo.
Esto es lo que creo que está pasando en Catalunya en estos momentos. Poco importa si en la manifestación de la Diada había un millón y medio de personas que dicen unos o las 480.000 que dicen otros. Lo que importa es que superaban con creces ese 2,5% de innovadores (los cuatro alocados de la estelada). El 11 de septiembre de este año salieron a la calle una masa crítica suficiente que ya ha comprado la idea que domina el panorama político y social desde hace apenas dos semanas: la posible independencia de Catalunya.