La mascarilla amarilla del secesionismo catalán
Si el lazo amarillo independentista es el símbolo de una protesta, la mascarilla amarilla es el símbolo del 'modus operandi' del secesionismo
Si quieren que les diga la verdad –la política catalana es previsible, desesperante, inaguantable y agobiante–, lo único que me llamó la atención de la sesión de investidura de Pere Aragonès como presidente de la Generalitat de Cataluña fue la mascarilla amarilla que lucieron los fanáticos de Junts. ¿El color define? ¿El color imprime carácter? ¿El color delata?
La teoría del color y el amarillismo secesionista
Dejando a un lado a los filósofos griegos –Empédocles y Aristóteles–, así como a los teóricos y artistas renacentistas –Leon Battista Alberti y Leonardo da Vinci–, que formularon la primera secuencia cromática, fue Goethe quien puso las bases de la que podríamos denominar la ciencia del color. Concentrémonos en el amarillo que nos ocupa.
Goethe, en la Teoría de los colores (1810), señala que el color amarillo, además de contener la “naturaleza del brillo” y manifestar un “carácter suave”, es “muy susceptible a la contaminación, produce un efecto muy desagradable y negativo al mancharse”. Más: en la ropa –sostiene el intelectual alemán– resulta “desagradable y molesto”.
Por su parte, Eva Heller –socióloga y psicóloga, un clásico en la teoría del color– indica que, en el ámbito de la política, el amarillo es un color contradictorio que se relaciona con el optimismo, la diversión y el entendimiento, pero también con la envidia, los celos, la mentira y la traición (Psicología del color, 2004).
La teoría del color, ¿una frivolidad? Me remito al sindicalismo de las primeras décadas del siglo XX en Barcelona que fue bautizado como amarillo por su conducta nada edificante. Otro ejemplo: la escarapela amarilla que durante la Guerra de Sucesión “crea discordia entre las familias”.
«La mascarilla impide que el secesionismo inhale o aspire, voluntariamente o involuntariamente, los “vapores” de la legalidad democrática y constitucional»
Al respecto, conviene aclarar que nuestra retina percibe los colores en forma de longitudes de onda que devienen impulsos eléctricos que llegan a un sistema nervioso que provoca diversos estados de ánimo. Así, los denominados colores fríos –azul o verde– generan indiferencia o tristeza y los colores denominados cálidos –amarillo, por ejemplo– pueden provocar irritabilidad. De nuevo, formulo las preguntas que dan pie a este apartado: ¿El color define? ¿El color imprime carácter? ¿El color delata?
La mascarilla amarilla como metáfora del secesionismo
En la sesión de investidura de Pere Aragonès, Junts se presentó con una mascarilla de color amarillo. Conviene pasar de la psicología del color a la semiología que estudia el símbolo.
Si el lazo amarillo independentista es el símbolo de una repulsa y una protesta frente al encarcelamiento de los políticos presos; la mascarilla amarilla es el símbolo –símil, metáfora o analogía– que representa, de forma consciente o inconsciente, de forma latente o manifiesta, el modus operandi del secesionismo.
Veamos. ¿Qué es una mascarilla? Una máscara que cubre la boca y la nariz de su portador para protegerlo de la inhalación y evitar la exhalación.
En nuestro caso, la mascarilla impide que el secesionismo inhale o aspire, voluntariamente o involuntariamente, los “vapores” de la legalidad democrática y constitucional. Así se protege el secesionismo, no solo de la pandemia de la Covid-19, sino de cualquier sustancia o partícula extrañas.
El elemento mudo que habla
Evidentemente, se trata de una analogía. Pero, de una analogía que refleja la realidad. Por decirlo en términos freudianos, la mascarilla amarilla independentista es el “elemento mudo”. Un elemento, empero, que expresa sentido, comunica, emociona y estimula la acción.
Por eso, Junts, precisamente el día de la investidura del presidente de la Generalitat, se ha presentado en el Parlament con dicha mascarilla de color –recuerden a Goethe y Eva Heller– amarillo. Para no contaminarse del exterior y para no perder efectivos.
El Diccionario de la Real Academia Española señala que la mascarilla evita la “exhalación de posibles agentes patógenos, tóxicos o nocivos”. Quizá por ello, los parlamentarios de los distintos grupos –a excepción de Junts– llevaban mascarillas quirúrgicas o mascarillas FPP2 o FPP3 de máxima protección.
Detalle que retener: Pere Aragonès llevaba un mascarilla de color negro que, según indica Eva Heller, tiene que ver con lo misterioso, con la magia, con la mentira, con la negación, con el odio, con la mala suerte y con el poder. Por lo demás, la autora señala que la combinación de negro y amarillo equivale a una mezcla de egoísmo y culpa.
La política catalana es un excelente campo de investigación y estudio para verificar o refutar la plausibilidad de la psicología de los colores.