La marcha sobre Roma

La mayor parte de los antifascistas italianos no calibraron la gravedad de los acontecimientos cuando Mussolini accedió al gobierno

Mussolini y sus amigos, a partir de agosto, someten a la opinión pública italiana y al gobierno a un régimen de ducha escocesa de amenazas y mentiras tranquilizadoras.

A comienzos de agosto, en el mismo transcurso de la movilización fascista, Avanti explica el `plan´ fascista de la marcha sobre Roma… conquistar la capital… los jefes fascistas repiten a cada momento y por todas partes que ahora le ha llegado el turno a Roma.

Mussolini consiguió que el fascismo se convirtiera en un Estado

En una entrevista al diario Il Mattino de Nápoles, Mussolini declara: «La marcha sobre Roma está en acto… Es totalmente cierto que el fascismo desea convertirse en Estado, pero no es del mismo modo cierto que, para alcanzar ese objetivo, sea indispensable un golpe de Estado”.

“No obstante, hay que considerar esta opción como una de las eventualidades de mañana… La marcha sobre Roma es una realidad, tanto desde un punto de vista histórico como insurreccional; puesto que se está formando en el momento actual una nueva clase política a quien se confiará próximamente la difícil tarea de gobernar la nación”.

Hacia finales del mismo septiembre, Mussolini pronuncia en Cremona un discurso al que no se puede reprochar de ambiguo, pero sin que su claridad amenazadora llegue a sacudir la inercia del Estado: “Lo que hemos hecho hasta ahora no es nada en relación con lo que queda por hacer”.

Mussolini pretendía una Italia sana y fuerte, que luchara contra sus adversarios

“Hay una Italia sana y fuerte que se prepara para dar un escobazo significativo a toda la espuma infecta de la sociedad italiana. Que nuestros adversarios no se hagan ilusiones”.

“Queremos hacer a nuestra organización cada vez más disciplinada… para que si se hiciera necesario un golpe definitivo, todos, hasta el último -¡y cuidado con los desertores y los traidores!-, cumplan con su deber”.

Hitler and Mussolini June 1940

el camino de benito mussolini

Según el dictador, el ascenso del fascismo hasta el gobierno era necesario porque Italia estaba continuamente gobernada por cobardes y negligentes

“En resumen, queremos que Italia se haga fascista, porque estamos hartos de verla en su interior gobernada por hombres que oscilan continuamente entre la negligencia y la cobardía”.

Mussolini siente que los instantes decisivos se aproximan, por lo que redobla su atención y actividad. La disgregación de los partidos políticos, la complicidad de los odios y de los intereses reaccionarios son tales que puede permitirse anunciar los proyectos más extremosos sin provocar reacciones apreciables.

La tarde del 4 de octubre, habla [Mussolini] en Milán: “Quien nos haga bien, tendrá bien; quien nos haga mal, tendrá mal. Nuestros enemigos no podrán quejarse si, en tanto que enemigos, son tratados duramente… En este momento hay dos gobiernos, lo que quiere decir que uno de ellos sobra”.

Si el gobierno no acepta el camino que Mussolini ha indicado, el fascismo se verá obligado a emprender el otro camino: “Cuando se trata de dar el asalto al Estado, no puede uno detenerse en la pequeña conjura, más o menos secreta hasta el último momento… jugamos con las cartas descubiertas en tanto haya que tenerlas descubiertas”.

El 12 de septiembre, [Mussolini] lanza un llamamiento en el que lamenta no tener a todos los legionarios en torno a él… desea más que nunca tener el poder; la idea de una `marcha sobre Roma´ está en el aire.

La amenaza de una marcha sobre Roma

Esa marcha es el fin natural de las `ofensivas´ fascistas que, cada vez más amplias parten de territorios ya conquistados para anexionarse otros nuevos.

Roma se convierte en la última posición que va a decidir la suerte del régimen, y que los fascistas deben conquistar si no quieren que todas sus victorias precedentes sean anuladas.

Lo ideal para el dictador era hacer como si la marcha hubiera ocurrido, sin realizarla 

La marcha sobre Roma se decide en principio para el 16 de octubre… para forzar al gobierno a renunciar al poder y para presionar a la Corona a formar un gobierno fascista… Mussolini piensa que `el acto insurreccional´ es inevitable, pero como en todas las circunstancias de su vida, procura reducir al mínimo los peligros de la empresa.

Lo ideal, para él, es que todo ocurra como si la marcha sobre Roma hubiera ocurrido, sin realizarla hasta el final.

Durante la mañana del 28 [de octubre] es cuando se decide la suerte de Italia. La dimisión del gobierno ha dejado este albur en las manos del rey, que bruscamente se ha convertido en el árbitro de la situación.

La mayor parte de los antifascistas no calibran la gravedad de los acontecimientos. Los nervios del país han permanecido tensos durante demasiado tiempo y la primera impresión es de relajamiento y aceptación.  

Pero, ¿qué encontrará el pueblo italiano a su lado, para olvidar y para recomenzar una nueva vida, el día en que sienta lo que ha perdido y ha hecho perder a la humanidad, cuando permitió a Mussolini llegar al poder en cochecama el 30 de octubre de 1922, precediendo esta marcha sobre Roma que `nunca ocurrió´?

No se confundan. Lo que ustedes han leído es un extracto de El nacimiento del fascismo de Angelo Tasca (editado en español por Ariel en 1969).

Libro del cual Ignazio Silone dijo que era “la mejor, es decir, la más viva, la más verídica e instructiva de las obras publicadas hasta ahora” sobre el tema. Un clásico, diríamos hoy. Para tomar nota.