La madre de todas las burbujas
Cuando aparece la avaricia hay que ser cuidadosos y, cuando el miedo asoma, hay que tomar ventaja y tener el valor de comprar lo que nadie quiere
“Las valoraciones [de las acciones] no están altas en relación a las tasas de interés”. Este fue el mensaje clave que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, envió a los inversores justo después de la última reunión del banco central estadounidense, que se celebró la semana pasada.
Es un mensaje claro y directo, que deja poco espacio a las interpretaciones: la Reserva Federal quiere elevar el precio de los activos financieros o, simplemente, más burbuja.
El miedo genera deflación para la Reserva Federal, un escenario del cual no es nada fácil escapar. La inflación, por el contrario, es una tendencia que se puede cortar de manera más efectiva subiendo los tipos de interés.
El hecho de que el banco central estadounidense quiera precios aún más altos en los activos financieros para que así esa riqueza fluya hacia el resto de la economía -principalmente aumentando el gasto de consumidores y empresas- no quiere decir que la burbuja no esté ya a niveles altos.
Jerome Powell es un banquero sin pelos en la lengua. En los últimos meses ha aparecido en varios programas de televisión –incluyendo el famosísimo 60 minutes, que se emite todos los domingos en Estados Unidos- fomentando esta burbuja y dando una especie de ultimátum a los inversores de “no apostar contra Estados Unidos ni contra sus mercados”.
Pero Powell ya se equivocó recientemente y ahora se enfrenta a unos mercados que están en un estado de máxima euforia.
Fue en diciembre de 2018, apenas dos años atrás, cuando la Reserva Federal subió las tasas de interés y mostró una hoja de ruta con un endurecimiento de la política monetaria. Fue un grave error.
Los mercados se vinieron abajo con fuerza poco después y al banco central no le quedó más remedio que rectificar para aligerar el estrés que él mismo había creado: descenso rápido de los tipos de interés, un aumento de su hoja de balance y, poco después, nuevos programas de compras de activos a través del quantitative easing.
Todo ello dio alas a los mercados, que fueron elevando su propia burbuja, sólo parcialmente recortada por el impacto del coronavirus hoy por hoy ya olvidado por los inversores.
Los mercados se vinieron abajo con fuerza poco después y al banco central no le quedó más remedio que rectificar para aligerar el estrés que el mismo había creado
Unas condiciones excepcionales de liquidez que, en definitiva, han sido clave para que los excesos vayan apareciendo cada vez con más frecuencia en los mercados financieros.
Así, por ejemplo, las colocaciones de nuevas empresas americanas en bolsa este año han conseguido recaudar más de 175.000 millones de dólares, gracias a esa ola de liquidez y también a unos precios de los títulos más que atractivos por parte de los vendedores.
Veremos cuántas de esas empresas se mantienen a medio plazo. Otra prueba de la exuberancia actual en los mercados son los 60.000 millones de dólares que los vehículos SPAC –fondos colocadores de empresas en bolsa- han conseguido levantar este año, una cantidad mayor que la recaudada en la última década en su conjunto.
Asimismo, la compra de opciones que apuestan por una subida de los mercados está en nivel récord y, claramente, hay una maníaca necesidad de impulsar las fusiones y adquisiciones favorecida por la actual coyuntura de las bolsas.
No sólo la Reserva Federal es la culpable, ya que todos los grandes bancos centrales del mundo han contribuido con sus políticas a generar 3 trillones de bonos de deuda gubernamental y corporativa con artificiales tasas negativas.
Visto desde fuera y de una manera racional, todo indica que los mercados se encuentran exultantes y en un momento donde todo, absolutamente todo, sube.
“Be fearful when other are greedy and be greedy when other are fearful”, dijo Warren Buffet. Cuando aparece la avaricia hay que ser cuidadosos y, por el contrario, cuando el miedo aparece en los mercados hay que tomar ventaja y tener el valor de comprar lo que nadie quiere. Es el momento de ser cuidadoso y sentarse, porque cuando se apague la música muchos se van a quedar sin silla.