La izquierda española, en las redes de Pujol
Primera lección: Jordi Pujol no gobierna, no está. Ahora escribe, como apuntó Carlos Quílez en esta publicación. Pero Jordi Pujol sigue reinando, como también ha constatado el periodista Tian Riba en su último libro, Mas i Junqueras, dos capitans i un sol timó (Pòrtic). Pujol marcó las líneas de juego de la política catalana, basadas en su particular idea del Noucentisme, y todavía estamos ahí. No hay manera de cambiar el rectángulo político. Y el discurso, el relato, la idea que una parte de los catalanes tiene acerca de su vida, de lo que debe ser «el país», sigue incólume, y ha arrastrado al resto.
Hasta tal punto, que el complejo de la izquierda española es total. El PSOE, ahora, busca una salida que, seguramente, es la única posible y la más conveniente, y que la derecha más inteligente comparte, como es el caso de José Antonio Zarzalejos.
Se trata de reformar la Constitución, de acabar de perfilar el estado autonómico, con un mejor equilibrio competencial, y con instituciones y organismos que resuelvan los conflictos horizontales, entre las propias comunidades y el gobierno central, algo que sólo podría hacer un Senado de verdad. En caso contrario, lo mejor sería cerrarlo cuanto antes.
Hay otra izquierda, que quiere el poder, que desea jubilar al PSOE, que ya busca acuerdos que contenten a los nacionalistas catalanes, una tarea completamente absurda, porque ese nacionalismo siempre verá a esa izquierda como enemiga. Se trata de Podemos, que, con Pablo Iglesias a la cabeza, habla de derecho a decidir, y voluntad democrática de los catalanes. Iglesias podría caer, de nuevo, en el error de Rodríguez Zapatero, que el nacionalismo catalán sigue recordando de forma periódica, olvidando la subasta infantil en la que cayó en la elaboración del Estatut.
Incluso algunos opinadores y analistas de Madrid que se autoubican en el progresismo alaban ese acercamiento al independentismo sólo por una clara obsesión: todo lo que pueda perjudicar al PP hay que defenderlo, y el soberanismo se ha intensificado, a juicio de esos opinadores, porque Mariano Rajoy no se entera de nada.
Ese es el cuadro de la política española. Cuando lo que otra parte también importante de los catalanes pide es un proyecto propio, que engarce con España, y que se aleje, por una vez, del campo de juego del pujolismo. Pero son muchos años, el relato ha sido intenso. Y hasta la izquierda progresista cae en la trampa.
¿Por qué Joan Herrera que conoce bien ese debate no aconseja mejor a Iglesias y trazan una alternativa de verdad?