La importancia del pacto entre Repsol y Argentina es más que económica
El atraco del Gobierno argentino a la petrolera española Repsol no sólo fue una expropiación ilegal. Fue un golpe a la seguridad jurídica de aquel país y una patada en la entrepierna de las relaciones diplomáticas recíprocas.
Hace más de un año de aquello y el asunto ha seguido vericuetos diferentes, pero muy judicializados y de radicalidad política y empresarial.
Parece que se abren vías de pacto. Una misión enviada por Repsol, junto al presidente de La Caixa, Isidro Fainé (accionista de Repsol y vicepresidente de la empresa); y los accionistas mexicanos de Pemex, parecen haber arrancado un compromiso al gobierno argentino para que pague una especie de justiprecio y que además esa cifra sea en efecto cobrable, que ya vale de subterfugios.
Mañana miércoles el consejo de administración de la petrolera que preside Antoni Brufau decidirá si acepta ese preacuerdo. Ojalá haya generosidad desde ambas partes, porque cualquier otra solución sólo castiga las inversiones extranjeras en Argentina y el futuro de la petrolera española, que fue expoliada de manera cruel.
Si se soluciona con racionalidad este asunto, quizá se aliviarán no sólo las cuentas de Repsol, sino las expectativas de muchas compañías españolas con intereses en el país andino. Incluso las relaciones diplomáticas podrán recuperar una normalidad maltrecha.