La ideologización de la pandemia y la cultura de la sumisión voluntaria
En España, la ideologización de la lucha contra la pandemia no se fundamenta solo en los Aparatos de Estado, sino, sobre todo, en lo que Louis Althusser denominó Aparatos Ideológicos de Estado.
“El gobierno de Pedro Sánchez necesita una ideología -una representación mixtificada de la realidad- que lo consolide en el poder. Ideología que -decíamos antes- es la expresión de la cultura de la sumisión voluntaria”
Miquel Porta Perales es analista de Economía Digital y autor de ‘Sumisión en la granja’ publicado en ED Libros en 2019.
La teoría marxista de la ideología resulta útil para descifrar la anatomía y funcionamiento del proceso de manipulación de la pandemia de la Covid-19 que hoy se percibe en beneficio del poder establecido. Una cultura de la deformación de la realidad que brinda importantes réditos políticos e ideológicos. Más: una cultura de la sumisión voluntaria. La pregunta: ¿qué está ocurriendo con la pandemia de la Covid-19? La respuesta: el poder la ideologiza en beneficio propio. Vayamos por partes: primero, la teoría; después, la práctica.
Karl Marx y Friedrich Engels (La ideología alemana, 1845) caracterizaron la ideología como un sistema de representaciones, apariencias, imágenes, ecos, reflejos, mitos o ideas que juega un papel determinante en la Historia. La ideología o la expresión desfigurada o invertida de la realidad.
¿Qué ideología(s)? Karl Marx y Friedrich Engels responden: la política, la filosofía, la moral, el derecho, el arte o la religión. Una ideología –una superestructura ideológica- que mantiene una estrecha relación con la vida social -la infraestructura económica- hasta el punto de que la segunda determina “en última instancia” la existencia de la primera.
Al respecto, anoten la conclusión de Friedrich Engels: “Marx descubrió la ley que rige la marcha de la historia… las luchas históricas, se desarrollen en el terreno político, religioso o filosófico, o en otro terreno ideológico, no son en realidad sino la expresión de la lucha entre clases sociales… condicionada por el desarrollo económico” (Prólogo a la tercera edición alemana de El 18 brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx, 1885).
Ciento setenta y cinco años después de su publicación, La ideología alemana recobra actualidad. Hoy existen gobiernos –por ejemplo, el español- que han politizado/ideologizado la lucha contra la pandemia de la Covid-19 convirtiéndola en una representación o reflejo, en una apariencia que percibe una realidad invertida. A la manera de Karl Max y Friedrich Engels, dicha politización/ideologización es la expresión, no de la lucha de clases como dice Friedrich Engels, sino de la lucha por el poder entre partidos.
Si el sistema capitalista -sostenían los autores- necesita una ideología que lo justifique y legitime, cosa parecida ocurre en España: el gobierno de Pedro Sánchez necesita una ideología -una representación mixtificada de la realidad- que lo consolide en el poder. Ideología que -decíamos antes- es la expresión de la cultura de la sumisión voluntaria.
Los Aparatos Ideológicos de Estado
En España, la ideologización de la lucha contra la pandemia –esto es, la expresión desfigurada y de parte de la misma-, no se fundamenta solo en los Aparatos de Estado –Gobierno, Administración, Tribunales o Policía-, sino, sobre todo, en lo que Louis Althusser denominó Aparatos Ideológicos de Estado. Esto es, “cierto número de realidades que se presentan de modo inmediato al observador en forma de instituciones diferenciadas y especializadas” (Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, 1969). Concretando, entre otros: partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación o intelectuales.
La misión de los Aparatos Ideológicos de Estado: 1) “construir” individuos dotados de un determinado perfil ideológico, 2) que favorezca la transmisión de la ideología proyectada, 3) con la intención de consolidar el poder.
La pregunta: ¿cómo se ideologiza la lucha contra la pandemia en España? Culpabilizando –un ejercicio de representación y teatralización política y mediática- a la oposición y responsabilizando a las Comunidades Autónomas. Esto es, exculpando al gobierno por su pésima –a veces, inexistente- gestión, de la falta de material sanitario al dudoso recuento de las víctimas.
Así 1) se elude toda responsabilidad, incluso la rendición de cuentas periódica en el Congreso, 2) se extiende la idea de la izquierda buena frente a la derecha mala en un contexto de polarización y un marco emergente deconstituyente que se retroalimentan, 3) con un horizonte estratégico a corto (el poder) y medio o largo plazo (una etapa neoconstituyente).
La cultura de la sumisión voluntaria
La ideologización de la lucha contra pandemia –con sus representaciones y apariencias- genera una cultura de la sumisión voluntaria ante la catástrofe. El individuo, que no quiere ser responsable de lo que ocurre, se siente interpelado por quien señala el cómplice del Mal. Y ese individuo, “espontáneamente” y “naturalmente” –ecos de la “espiral del silencio” de Elisabeth Noelle-Neumann para referirse a quien no quiere significarse por miedo a lo que puedan pensar los otros: añadan el mimetismo de las masas y el oportunismo de quien sube al carro del caballo que cree ganador-, comulga con la ideología que señala el culpable (la derecha liberal) y el redentor (la izquierda socialista y podemita).
Así se esquiva -¿el hombre un animal ideológico?- cualquier sentimiento de culpa o remordimiento. Mientras tanto, el poder –si consigue armonizar los Aparatos de Estado y los Aparatos Ideológicos de Estado: es decir, represión e ideología- se consolida.
Así se constituye un Régimen que practica el arte de la manipulación –de hecho, una mentira que no engaña-, confina la disidencia, favorece la autocensura, y debilita el Estado y la democracia.