La identidad construida
La identidad individual ya no se establece por la continuidad con el pasado sino por el presente y futuro, y esta evolución cultural pondrá en crisis también la identidad de los Estados
Se ha pasado de la identidad heredada, basada en la tradición, el entorno familiar y social, la educación, la lengua, la cultura o el territorio, a una identidad construida por cada persona basada en un cambio continuo de la misma que discute los roles establecidos por la sociedad.
La noción tradicional de roles de identidad entre hombre y mujer hoy ha sido desplazada por una identidad de género y sexual determinada por la mente y no por el cuerpo. La identidad contemporánea es híbrida, mutable y tecnológica. Muchos jóvenes responden al reto de definir su identidad como oposición radical a la que tienen y otros han construido su identidad haciendo que ésta evolucione lentamente para adquirir una nueva.
La mutabilidad de la identidad, el conjunto de rasgos que definen a una persona o colectivo, se encuentra en una fase de cuestionamiento y controversia. La identidad sexual, de género, de nación, cultural, religiosa o personal ya no debe responder a lo que se espera socialmente de las personas.
Este proceso que diluye las fronteras y los límites de la identidad está obligando a todos los países a cambiar sus estrategias para poder mantener cohesionada a la sociedad buscando reactivar y potenciar la identidad colectiva ante el desbordamiento de las nuevas identidades individuales.
El reto que tenemos que abordar es comprender profundamente los cambios que hacen tambalear la noción clásica de identidad, debido en buena parte a los avances tecnológicos y científicos que la cuestionan. El ideal científico de conseguir erradicar las enfermedades que nos acerca a la inmortalidad, la eclosión de la inteligencia artificial que lleva al hombre aumentado, al cerebro conectado, al acto de transferir una mente a otra entidad biológica o robótica y la realidad virtual (metaverso) nos llevan a considerar que podemos llegar a ser lo que deseemos ser.
La identidad ya no se establece por la continuidad con el pasado sino por el presente/futuro. La evolución cultural que vivimos y hace posible una evolución sin límites de la identidad individual ya se ha puesto en marcha y los Estados se verán arrastrados por esta evolución hasta el punto de poder afirmar que su identidad ha entrado en crisis.