La historia no se repite, pero rima  

A la UE, si tiene vocación de subsistencia y relevancia, no le queda más remedio que sumarse a un sistema de relaciones internacionales que creía superado. Gracias a EEUU Ha abrazado el realismo político

Se habla de las semejanzas existentes entre la Europa de las primeras décadas del siglo XX y las del XXI. Hace ya unos  años,  historiadores como Christopher Clark o Antony Beevor percibían “afinidades” y “coincidencias extraordinarias” entre la Europa de ayer y la de hoy al tiempo que avistaban que “el viejo monstruo se está despertando”. Y Larry Summers -secretario del Tesoro en la Administración Clinton- anunciaba que “la historia no se repite, pero lo cierto es que rima”.  

Quizá por eso, la OTAN, en Madrid, ha diseñado un nuevo Concepto Estratégico que nos remite, otra vez, a la disuasión y la política de bloques del siglo XX. A la Guerra Fría, aseguran algunos.   

Güelfos y gibelinos y rusos y norteamericanos    

Ya en el siglo XVI, Maquiavelo tenía la “impresión de que todos los tiempos se repiten y que nosotros, los hombres, somos siempre los mismos”.  

Una reflexión –aires de la Grecia helenista del Polibio que escribe la primera historia universal fundada en los datos- que culmina en un pasaje  de las Historias florentinas (1525): “Las provincias que, en su variar del orden al desorden, y del desorden al orden, cuando llegan a su mayor perfección, no pudiendo subir más, es preciso que desciendan a su más bajo nivel, y luego necesariamente asciendan; y así siempre: del bien se deriva el mal, y del mal se deriva el bien”. “Y así siempre”, remarca Maquiavelo.  

Quizá por eso, la OTAN, en Madrid, ha diseñado un nuevo Concepto Estratégico que nos remite, otra vez, a la disuasión y la política de bloques del siglo XX. A la Guerra Fría, aseguran algunos.   

Maquiavelo se refiere a los conflictos entre güelfos y gibelinos, entre los defensores del pontificado y del imperio. Una disputa que aprovecha cualquier hecho relevante, o cualquier minucia, para practicar la cultura del odio. Los unos contra los otros y los otros contra los unos. A muerte.  

Quinientos años después del texto de Maquiavelo, los güelfos y los gibelinos siguen ahí. Rusos y norteamericanos. La historia como magistra vitae.  

La vuelta de la MAD  

El retorno de una nueva/vieja disuasión plantea un par de cuestiones: una, filosófica; otra, política.  

Desde la perspectiva de la filosofía de la historia, la repetición de los hechos sin solución de continuidad –la “rima” de Larry Summers o el “desorden” y el “orden” de Maquiavelo-, nos lleva a cuestionar la posibilidad de lo nuevo en el devenir histórico al afirmar la existencia de una suerte de ley que nos condena al eterno retorno.  

Un determinismo histórico que, además de privarnos de la libertad de elección, del cambio, del progreso o del empezar de nuevo haciendo tabla rasa del pasado, siempre –inexorablemente- nos conduce a ese final infeliz –nos adentramos en la cuestión política de la disuasión- que los estrategas militares bautizaron como MAD. Esto es, Mutual assured destruction. MAD, en inglés: loco.  

El sentido común de los locos y los misiles 

Sí, locos. Pero, unos locos cargados de sentido común. “La disuasión es el entendimiento de los que no se entienden”, decía André Gluksmann (La fuerza del vértigo, 1983). Esto es, si tú no me atacas yo no te ataco. Esto es, si tú me atacas yo también te atacaré y desapareceremos los dos al mismo tiempo. La locura que razona. La disuasión es inhumana, pero nos humaniza. Los adversarios y los enemigos, aunque se odien y no compartan nada, llegan a un acuerdo negativo que les permite sobrevivir. Lógica aristotélica de primer orden.  

Hay quien asegura que existen alternativas de paz a la disuasión. Quizá. Pero, conviene tomar nota de lo que dice André Glucksmann: “Todos los genocidios del siglo se han cometido con poblaciones civiles consideradas como absolutamente pacifistas, tanto en espíritu como en la práctica”.  Conclusión: “La paz que mata la disuasión es la paz del alma garantizada por los ojos cerrados, el aliento contenido, los ojos tapados y las manos juntas”. A veces, la paz mata y la disuasión salva vidas. Quizá los misiles salven el mundo.          

Un bis de Catalina la Grande  

No se puede tolerar que Putin sea un bis de aquella Catalina la Grande que sostenía que “la única manera de defender mis fronteras es expandiéndolas”, que invada un país soberano con la excusa de que así se garantiza la seguridad de Rusia, que quiera revertir y reescribir la Guerra Fría, que exija que la OTAN congele todos sus activos y los Estados Unidos no formen parte del orden de seguridad europeo,  que desestabilice y chantajee a Occidente, que enmarañe el orden internacional con el objetivo de desarticularlo y reventarlo en beneficio propio.   

De ahí, de ese intento de acabar con la existencia del Occidente democrático, surge el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN para hacer frente a una historia que se repite. “Maquiavelo está muerto, pero su teoría reaparece en unas reencarnaciones siempre reiteradas”, dice Ernst Cassirer.  

El despertar de la Unión Europea  

De ahí, surge también el despertar de una Unión Europea que había desoído sistemáticamente las presiones y amenazas de Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden sobre la necesidad de incrementar las aportaciones europeas a la OTAN. Tan es así que, en un momento dado, la Unión Europea contempló la creación de una “autonomía estratégica” militar europea que ocupara el papel de una OTAN demasiado estadounidense y demasiado cara de mantener. El intento ni siquiera fracasó, porque nunca se puso en marcha.  

Una disuasión reconfigurada   

La historia se repite, pero con un actor principal distinto. Si hace casi 80 años los protagonistas eran Estados Unidos y la Unión Soviética, hoy lo son Estados Unidos y la República Popular China que pone en peligro –como antaño hizo la Unión Soviética- los objetivos estratégicos y sistémicos de Estados Unidos y la Unión Europea.  

Una República Popular China que, hoy por hoy, es el partenaire tapado de la nueva Guerra Fría que se está preparando. Mientras tanto, por así decirlo, Rusia está haciendo el trabajo sucio. Los partenaires cambian,  pero la disuasión –reconfigurada- vuelve en una historia que se repite o rima.    

Lo que también persiste es el empeño de la democracia liberal en defenderse de las filosofías y las políticas autoritarias. Una disuasión que, más allá de la seguridad que propicia, deviene un agente de democratización que da valor a la libertad, los derechos humanos, la democracia, la tolerancia, la convivencia y el consenso.    

A la Unión Europea, si tiene vocación de subsistencia y relevancia, no le queda más remedio que sumarse a un sistema de relaciones internacionales que creía superado. Gracias a Estados Unidos, la Unión Europea ha abrazado el realismo político.