¿La Generalitat en venta?
Andreu Mas-Colell ha vendido la sede de la consejería de Economía de la Generalitat de Rambla Catalunya. Son 8.000 metros cuadrados de un edificio modernista en una de las zonas privilegiadas de la ciudad de los prodigios. Obtiene 23,2 millones de euros. Con unos días de diferencia también vendió un inmueble de la calle Pujadas por otros 14 millones.
La actual sede de Economía fue un capricho del malogrado Ramon Trias Fargas. De la misma manera que la política patrimonial de la Generalitat fue dibujada por Jordi Pujol en más de dos décadas. Durante años, la administración autonómica catalana ha ido creciendo y con ella su patrimonio inmobiliario. Más competencias, más funcionarios, más espacio para desarrollar actividades, una lógica que nadie ha discutido de manera clara.
Pero con la crisis, toda esa arquitectura patrimonial es cara de mantener. Se necesitan recursos y los edificios céntricos de las ciudades siguen atrayendo a grandes empresas y a fondos de inversión. He visto que salvo el Palau de la Generalitat, el gobierno de Artur Mas estaría dispuesto a venderse cualquier activo por el que obtuviera fondos con los que paliar la escasa recaudación fiscal y el elevado nivel de gasto comprometido por su propia estructura competencial y política.
La solución que han adoptado los actuales inquilinos del gobierno autonómico es una de las posibles. Lo que sorprende de ella es que de alguna manera representa un paso atrás en la historia y en alguna medida un desandar el camino que iniciaron desde ese mismo partido gobernante otros políticos como los citados. Que las generaciones más jóvenes de convergentes habían virado en su política era obvio, pero que iban a cargarse algunos de los anhelos de sus mayores resulta más paradójico. Son cosas de los tiempos, por supuesto, pero no por ello dejan de resultar curiosas.